Después de la lluvia

Una película muy optimista de la que nos queda pensar cómo hubiera sido en manos de Kurosawa. Es cierto que Koizumi hace un trabajo muy decente, pero a pesar de esto, creo que el guión hubiera dado para una obra maestra si el sentido de la plasticidad de Kurosawa hubiera estado presente. El mensaje es de los que dejan poso y puede ser extrapolado a casi cualquier época y cultura, y la dulzura de algunos pasajes resulta conmovedora. El ritmo es muy adecuado y su duración es perfecta: se ciñe a lo que desea narrar y no cae en devaneos ampulosos y efectistas que en tantas ocasiones dan al traste con una buena historia.

Un poquito de historia antes de la crítica...

Ame Agaru (Después de la lluvia) es el último proyecto en el que Akira Kurosawa se enfrascó. El Maestro, nacido en 1910, contaba con 83 años cuando hizo su última película (Madadayo) pero aún tenia ganas de seguir demostrando porque era el más grande y escribió el guión de Ame Agaru. Lamentablemente su salud fue empeorando y falleció en 1998 quedando el proyecto paralizado. La muerte del gran Akira dejó un gran vacío en el mundo el cine, en el de sus fans y sus personas más cercanas y es por ello que su círculo más cercano, encabezado por su hijo Hisao Kurosawa, decidió terminar el trabajo que comenzó el anciano Kurosawa. Participaron varios actores y actrices que ya habían aparecido en las últimas películas de Kurosawa; Akira Terao (RAN, Dreams y Madadayo), Yoshiko Miyazaki (RAN), Hisashi Igawa (RAN, Dreams, Rapsodia en Agosto y Madadayo) o Hidetaka Yoshioka (Rapsodia en Agosto). Además, contaron con la colaboración del Shiro Mifune, hijo del gran Toshiro Mifune, que sabía lo importante que fue Akira Kurosawa para su padre a pesar de que desde su última colaboración juntos en Barbarroja (1965) su relación se deteriorase y no volviesen a hablar. Para la música se contó con Masaru Sato que también había compuesto la música de muchas de las películas de Akira Kurosawa (Crónica de un Ser Vivo, Los Bajos Fondos, Trono de Sangre, La Fortaleza Escondida, Los Canallas Duermen en Paz, Yojimbo, Sanjuro, El Infierno del Odio y Barbarroja). Otro rostro conocido fue Shoji Ueda que ya nos deleitó con su fotografía en Kagemusha (1980). Por último, Takashi Koizumi fue el director de la película. Takashi había sido el asistente de dirección de varias películas de Akira Kurosawa (RAN, Dream y Madadayo).

Y aquí va mi crítica...

Con un guión de Kurosawa y su círculo más cercano queriendo homenajear al Maestro desde el principio hasta el final nada podía salir mal. Desde el primer hasta el último minuto de metraje vemos como se trata de hacer una película como si Kurosawa la estuviese dirigiendo y el resultado es más que digno. Es cierto que le falta esa profundidad con la que Kurosawa cincelaba a cada uno de sus personajes, falta ese perfeccionismo milimétrico en cada plano que hacía que cada escena pareciese un cuadro perfecto y esa dirección con mano de hierro que caracterizó tanto al Maestro, pero Ame Agaru es una muy buena película. Vale la pena cada minuto que dura, no haciéndose nunca pesada. Tiene una buena banda sonora muy acorde en todo momento con lo que estamos viendo, una fotografía preciosista con un predominante verde que le da un aspecto muy vivo y natural a la película, y unas buenas interpretaciones de los personajes principales. Shiro Mifune hace un gran esfuerzo por imitar el buen hacer de su fallecido padre y es en esos detalles donde los que amamos el cine Kurosawa y en especial la dupla que hacían estos dos colosos donde nos damos cuenta de que Después de la lluvia es un grandísimo homenaje póstumo. ¿Y el título?. Pues no podía faltar la lluvia en grandes cantidades, como en todas las películas de Akira Kurosawa, el director que hacía poesía de los planos de lluvia.

Pero claro está, no es 100% Kurosawa, era imposible. Después de la lluvia es muy optimista, es muy bonita en su conjunto, es muy alegre en comparación con las películas de Kurosawa. Kurosawa tenía un punto optimista, pero también veía las cosas en su cara y en su cruz y tenía una actitud dura y crítica con el mundo y eso es lo que hacía únicas a sus películas. En cambio, en Ame Agaru, esa visión tan profunda apenas se nota, dejando toques de crítica y de reflexión, pero no siendo muy profunda.

En definitiva, Ame Agaru es una película sencilla y bonita y vale la pena cada minuto de metraje. Conmueve ver todo el esfuerzo que hicieron los amigos y familiares de Kurosawa para deleitarnos y homenajear al Maestro y lo consiguieron con creces. Como toda buena película, nos deja una bonita reflexión sobre la vida gracias a su protagonista Iehi, que nos incita a vivir la vida siendo mejores cada día, perfeccionando la personalidad a base de trabajo y siendo siempre humildes. Bravo por el samurái que nunca perdió la sonrisa. Un 8 y hasta siempre, Maestro.

Me gusta el cine japonés. Es delicado y poético. Su cadencia es pausada, lacónica y elegante. Kurosawa antes de morir dejó el guion de ésta entrañable película de samuráis sin estruendos y en cambio con mucha humanidad como un canto a la vida a pesar de sus pesares.

La química entre los protagonistas es contagiosa y el reparto coral sirve para mostrarnos una faceta optimista de la existencia. Se puede traer bienestar cuando se trata con respeto a los demás; y si se es generoso, educado y hasta amable. Una gran película que se talla desde la sencillez y humildad de valores humanos esquivos para la mayoría. Sabiduría la llaman algunos.

El protagonista podría formar parte del grupo de los «Siete samuráis»: no tiene un señor al que poder servir y no puede evitar ayudar a los más necesitados por un salario tan ridículo que cualquiera puede ver que no lo hace por dinero, sino por humanidad y también para medir su propia valía ante sí mismo. Por un lado, no encaja con el poder y por el otro siente afinidad por los más humildes. Emplea su katana para hacer el bien.

Este samurái errante recorre los caminos buscándose la vida en compañía de su esposa y en eso se distingue de los siete samuráis de la otra peli. Tiene una mujer que realmente lo quiere por lo que es, en lugar de valorarlo por los resultados y el escaso dinero que lleva a casa como pago de su portentosa habilidad con la espada. Él también la quiere e incluso siente devoción por ella.

¿Cómo es posible que tan prodigioso espadachín no consiga un señor al que poder servir para hacer el bien? Cuando por fin lo encuentra, o cree que lo encuentra, se ve envuelto en una intriga urdida por los cortesanos del castillo para que no obtenga el puesto de maestro de armas. Hay un detalle que me llama la atención: el señor feudal sale en busca de él a todo galope en su caballo para rectificar su error, pero no consigue alcanzar a ese matrimonio que se aleja caminando a su ritmo por los caminos. No es una imposibilidad física de encontrarlo, sino mental.

Hacen un bonito retrato de la esposa. Básicamente sola la mayor parte del tiempo, delicada y certera en su sagacidad femenina, y estéticamente en armonía con los espacios alrededor.

Y, por supuesto, la naturaleza está muy presente en todo lo que sucede. Los viajeros no pueden cruzar el río crecido por las lluvias torrenciales y se reúnen en un hostal hasta que el tiempo amaine. Durante esos días compartirán sus experiencias y nuestro samurái dará por casualidad con el señor feudal que lo quiere contratar. Cuando por fin las aguas vuelven a su cauce y pueden de nuevo cruzar el río, todos los viajeros reanudan su viaje a su destino. La naturaleza y sus dificultades ha unido a las personas y luego las ha dejado ir.

Esta peli me parece una declaración de principios de Kurosawa. Él también tuvo sus dificultades para poder trabajar según su concepto del cine con las productoras. Y no rodó sus películas para hacerle la pelota a los poderosos, sino que las hacía para el público en general, la gente normal y corriente, básicamente decente, que somos la mayoría; pero también las hacía para sí mismo. Todos nosotros buscamos a nuestra manera un buen señor y todos sabemos lo complicado que resulta ser nosotros mismos.

Se trata de un guion escrito por Kurosawa que nunca llegó a filmar. No tengo idea de cuándo lo escribió ni qué pensaba hacer con él. Irradia un optimismo que en ningún momento me parece desmedido. Podría calificarse como un testamento. La peli tiene su presencia diríamos que mental, y empieza prestando atención a esa lluvia que vemos tanto en sus pelis procedente de las nubes densas, blancas y gigantescas que llegan al Japón desde el Pacífico. La realizó un ayudante con el que colaboró en sus últimas películas. La música queda bien y todos los actores están estupendamente. Incluso sale el hijo de Toshiro Mifume actuando. El ambiente está magníficamente reproducido en todos sus detalles.

Es una peli en cierto sentido tan modesta como su protagonista. Eso no le resta mérito.

Excelente película, retrata el espíritu de la época de los samuráis, con gran dedicación al guion y la historia, personalmente la recomiendo a cualquiera que haya estudiado aikido, la disfrutara realmente y podrá ver en el personaje principal todas las cualidades que debe poseer un autentico maestro de Aikido y en general de las artes marciales.