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Cuerpo de letra

6,3
31
Drama. Documental A partir de la relación entre tres personajes, la película descubre una historia que en principio es de ficción, pero luego es atravesada por una mirada documental sobre una problemática histórica: la disputa que existe alrededor de las pintadas de propaganda política en Argentina. El film revela un mundo inexplorado de códigos y reglas propias que puede estar a la vuelta de cualquier esquina. (FILMAFFINITY)
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29 de septiembre de 2016
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Ficción y documental se mezclan en esta obra del bonaerense Julián D’Angiolillo, su segundo largometraje en el cual funge además de director, como guionista y montajista, este último apartado junto a Lautaro Colace.

La trama está enfocada en unos personajes que se encargan de hacer graffitis, o “pintadas”, pero no de esos dibujos esplendorosos que se pueden encontrar en las grandes ciudades. Son más bien llamados “letristas”, escriben sus alias, letras, y nombres, nombres de políticos, ya versare sobre eso. Claro, valga aclarar que por más que se vea como algo sencillo, hay que tener talento para hacer lo que esos tipos hacen.

Es así como el realizador ingresa al mundo nocturno y taciturno de estos individuos, Eze es el protagonista, un joven que se junta con unos amigos para realizar esta actividad, así ganan algo de dinero y se divierten. Además toca en una banda y narra unos anuncios publicitarios. Así, D’Angiolillo le da voz a personas acalladas por la sociedad, personas al margen de la “normalidad”, y bueno, más que escucharlo a él, escuchamos sus trazos.

Cuerpo de letra es un film de 77 minutos, donde los diálogos son realmente pocos, y donde casi no son entendibles, alguien podría pensar que el sonido es pésimo, pero no, es un efecto realizado adrede por el realizador, la obra se puede ver sin sonido, o sin escuchar las conversaciones (que repito, son pocas) entre los personajes. Lo que si se escucha claro son los trazos, las líneas, las rayas que van y vienen sobre el lienzo que representa las paredes de la ciudad.

No podría ser de otra forma ante una película de este tipo, ahora bien, en cuanto al aspecto político relatado antes, el largometraje está ambientado en el contexto de la campaña electoral del año 2015, Eze y decenas de jóvenes que realizan este tipo de actividades, son “contratados” para pintar las paredes con el nombre de políticos y con colores representativos de ellos, una propaganda muy urbana.

La última noche antes de las elecciones, momento en el cual es la última ocasión que se puede pintar, es literalmente una guerra, al menos bien encaminada, en el sentido de que no hay golpes ni puños, solo trazos y más trazos, unos de un bando van pintando, mientras atrás vienen los del otro bando pintando sobre los primeros graffitis, una locura total, completamente surreal pero que es la vida real.

Si gustan de ver algo muy diferente, adelante, si quieren ver algo más convencional, fuera.
10P24H
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