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El vengador

Western A mediados del siglo XIX, en el sur de los Estados Unidos, un jugador profesional de póker urde un plan para encontrar a los tres hombres que mataron a su padre, también jugador. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
21 de noviembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ver que esta simpática película no tiene ninguna crítica voy a rendirle un pequeño homenaje. El jugador de Natchez es un film humilde de poco presupuesto y de serie b pero echa con mucho cariño e interpretada de una manera muy correcta. Se trata de un western de aventuras con toques de melodrama. En la película hay una clara influencia en la gran obra de Alejandro Dumas, El conde de Moncecristo. De hecho hay varios personajes, sobre todo los villanos, que toman prestado el apellido de personajes de la novela. Está realizada por Henry Levin, director de películas serie b, pero que sabe sacar provecho de toda su sabiduría cinematográfica y hacer una película muy entretenida. Cabe destacar las interpretaciones de su trío protagonista. Un más que aceptable Dale Robertson, en su papel de hijo buscando vengar a su padre. La bella Debra Paget en un papel muy simpático como la chica enamorada del protagonista. Y el genial Thomas Gómez, gran actor secundario que no está reconocido todo lo que se merece, en un papel entrañable. Película de corta duración, una hora y veinte, que pasa volando y que hay que verla con amabilidad para sacarle todo el provecho. Después de verla te deja un poso de alegría. Películas que hoy en día ya no se hacen y que antes los estudios hacían como churros, películas que no son de una gran calidad pero que entretien mucho. Si tienen ocasión de verla denla una oportunidad, no lo lamentarán
Michael Corleone
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12 de marzo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fundado por los españoles en el último tercio del siglo XVIII, del Old Spanish quarter, del antiguo barrio español de Naches (nombre de una antigua tribu indígena del Misisipi), luego rebautizado como Natchez, procede Colby, un famoso jugador profesional que frecuenta los grandes casinos de Nueva Orleans.
De la guerra de Secesión llega para reunirse con él su hijo Vance (Robertson). Por el camino se tropieza con dos bellas mujeres, Melanie (Pages), hija de Antoine Barbee (Gómez) modesto capitán de una barcaza, y la sofisticada Ivette Rivage (Daniels),"Una dama nunca permite que haya situaciones que no puede controlar", que vive con su hermano André (McCarthy) en una de las grandes mansiones del condado.
Más que un western se trata de un drama romántico que, como estima otra reseña, recuerda algunos aspectos del Conde de Montecristo. Duelos al amanecer con pistola o nocturnos florete en mano. Ambiente mundano con grandes casinos de juego, rigurosa etiqueta de frac en los varones y mucho frufrú de sedas y de joyas en las damas. Champán que se descorcha, alegre tintineo de copas, vegueros que se arrojan apenas encendidos ... mientras cifras fabulosas de dinero pasan de mano en mano.
En medio de este ambiente mundano hace su presencia Vance. Cuando pronuncia su nombre se hace de inmediato un sospechoso silencio. Buena escena. Sube a ver a su padre a la habitación del hotel y, allí está .. de cuerpo presente. Se entera entonces que lo mató André Rivage por hacer trampas en el juego y le muestran la baraja marcada que manejaba.
Vance no da crédito a las explicaciones que le dan y anota en una carta del tres de picas los nombres de los tres testigos que avalan la versión. Picas, espadas, el palo militar de la baraja, el del honor.
Y a rehabilitar el honor del padre se dedicará a partir de entonces. Los jugadores profesionales gozaban allí de pésima reputación, "¿Un jugador? ¡Un jugador nunca es un caballero!" Se dilapidan fortunas con indolencia, pero está muy mal visto vivir del juego.
El argumento se plantea a través de un guion sin fisuras, muy bien estructurado, con acertados diálogos. La realización asimismo se desarrolla de forma convincente, los principales protagonistas están bien analizados, resultan creíbles. Excelente vestuario y recreación de ambientes. Correctas interpretaciones, destacando un magnífico Gómez entre los actores de reparto.
Cinta de aventuras, con acción continua bien dosificada. Ambiente romántico. Excelente descripción del entorno mundano de aquellos casinos de juego donde surgieron los célebres "tahúres del Misisipi".
Bien desarrollada asimismo la trama sentimental, con algunos toques discretos de humor. Y eso que las tres picas de la carta que guarda Vance, es señal de mal augurio, de infelicidad en el amor y en el matrimonio.
En fin, una buena película pero muy poco conocida. Se hace corta. Recomendable.
Lafuente Estefanía
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15 de octubre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La baraja francesa se usa más o menos desde el siglo XV y sus símbolos son una versión iconizada de barajas más antiguas como la española o la alemana, explicándose entonces que, análogamente, el diamante se asemeja al oro, el trébol al bastos, el corazón a las copas, y la pica a la lanza. De hecho, una pica se asemeja ante todo a una punta de lanza y, el tres de picas sería, entonces, el tres de lanzas… o de espadas, como se ha convenido llamar a ésta carta; pero, si la pica se asemejara a la hoja como en la baraja alemana, sería el tres de hojas y ésto le daría otro significado que, aplicado al otoño, sería, hojas muertas.

Cuando se apresta a desembarcar en Nueva Orleans -tras haber sido capitán del ejército de la Unión durante la Guerra Civil (1861-1865)-, Vance Colby, encuentra en el piso de su camarote, una carta de la baraja que, al recogerla, comprueba que es un tres de picas y la guarda en su bolsillo. Con ésta pista, entendemos que es un jugador, pero, lo que significará dicha carta, lo veremos después, cuando se vea abocado a buscar a tres falsos testigos que acusaron a su padre de hacer trampa en el juego, luego de que fuera asesinado. Vance, está seguro de que su padre, como él, fue un jugador recto que jamás hizo trampa a nadie… y por eso está dispuesto a aclarar, a toda costa, la causa de su muerte.

La historia transcurre en una localidad de Mississippi, llamada Natchez, donde, en siglos pasados, habitó una tribu hoka-sioux que llevaba ese nombre. Los Natchez, eran agricultores y guerreros, y tras sublevarse en varias ocasiones contra los colonos franceses que llegaron a Louisiana, en el siglo XVII, dispuestos a apoderarse de sus tierras, en unas cuantas décadas pasaron de ser cerca de 6.000 a menos de 500. El censo de 2000 habla de ¡386 natchez subsistentes!... y es posible que aún sobrevivan algunos descendientes de los que fueron enviados como esclavos a las colonias del Caribe, en Saint-Domigue, Haití.

Curiosamente, <<EL JUGADOR DE NATCHEZ>>, es un 'remake' (con muy valiosas variaciones) de una película realizada por la Universal Pictures, ¡el año anterior!, con el título, “The Mississippi Gambler” (Rudolph Maté, 1953), pero, no obstante que contaba con estrellas del calibre de, Tyrone Power, Julie Adams y Piper Laurie, Panoramic Productions, sintió que podía hacerla con mayor relevancia… y encargando el nuevo guion a los acreditados, Gerald Grayson Adams e Irving Wallace -de quien, sin duda, son los frescos y regocijantes diálogos-, puso la dirección en manos de, Henry Levin -director que ya había atinado con la magnífica, “The Man from Colorado” (1948)- y, por sugerencia de Adams, se llamó a dos guapas actrices, Debra Paget y Lisa Daniels, quienes venían de estar en, “Princess of the Nile” (que también él escribiera) y para el rol de protagonista se contrató a, Dale Robertson, actor que venía pasando por un gran momento, sobre todo, en el cine western.

Por la calidez de algunos personajes -haciendo de padre e hija, Thomas Gomez (Antoine Barbee) y Debra Paget (Melanie), resultan adorables- y por la eficacia de los “malosos”, John Wengraf (Cádiz) y Kevin McCarthy (André Rivage), tendremos momentos muy tensos. La dinámica general que tiene la historia la hace bastante fluida y con algunos giros relucientes… y esa sutil crítica contra el esclavismo y la discriminación, me ha hecho sentir muy a gusto con ésta película. Creo que, de nuevo, el director Henry Levin, demuestra que, en los westerns se sentía bastante cómodo y lograba ser muy afortunado.

Para la eterna memoria, la inolvidable y dulce frase de la encantadora, Melanie:
“Te he salvado la vida dos veces, si tardas un minuto más… ¡lo haría por tercera vez!”

Título para Latinoamérica: EL VENGADOR
Luis Guillermo Cardona
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16 de octubre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenidísima película en la que nos sumerge Henry Levin en un encanto de película modesta pero briosa y juvenil, no en vano la trama nos va a retrotraer inmediatamente a la inmortal novela de Dumas " El conde de Montecristo", quien cambiará las elegantes calles y salones parisinos por los igualmente evocadores ambientes de la ciudad de Nueva Orleans con sus muelles, casinos, plantaciones y barcos de vapor.
Con una estética escorada un poco más hacia la novela rosa, la cinta posee un dinamismo fantástico, la trama es simple pero tremendamente efectiva, personajes estereotipados pero muy eficaces, que nos harán engancharnos a la historia que no por conocida y previsible, ha perdido un ápice su tremendo poder de atracción.
El capitán Colby ( Dale Robertson), regresa del ejército tras 4 años de ausencia a su ciudad natal, Nueva Orleans, donde, según las fuentes oficiales, se encontrará con que su padre, un jugador profesional de gran reputación pero honesto, ha sido acusado de hacer trampas en el transcurso de una partida y muerto a consecuencia del desafío a que le retó su contrincante.
Conociendo que toda la historia no es más que una sarta de patrañas, iniciará una investigación por su cuenta para dar con el, los, asesinos de su padre, en una suerte de venganza justiciera cuan un nuevo Edmundo Dantés.
Todo lo demás va rodado. Bonita y romántica ambientación, damiselas hermosas, aunque excesivamente atontolinadas, se pasan un poco con el toque rosáceo ( ¿quién es el tonto que se enamora de Lisa Daniels teniendo al lado a Debra Paget?), peleas a puñetazos, combates de esgrima, duelo de caballeros a pistola, partidas de póker, huidas, persecuciones...Y el tres de picas. La carta que señala al enemigo a combatir.
No, esto no es un western ni de coña. Si esperáis eso os llevaréis un chasco. Esta es una de coloridas aventuras sureñas muy bien ejecutadas y mentiría si no dijera que yo, lo he pasado francamente bien. Un divertimento que relaja y alegra el día.
Izeta
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