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21 días juntos

Drama. Cine negro. Intriga Larry Durrant (Laurence Olivier) mata accidentalmente al marido chantajista de su amante Wanda (Vivien Leigh). La policía detiene a un sospechoso, que es condenado a muerte. Larry y Wanda sólo tienen tres semanas para estar juntos y decidir si Larry debe entregarse o dejar que muera un inocente. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
8 de octubre de 2007
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film dirigido por Basil Dean ("Lorna Doone", 1934) y escrito por él en colaboración con el novelista Graham Greene. Se basa en la pieza teatral breve, en 3 escenas, "The First And The Last", de John Galsworthy. Se rueda en los estudios Denham (Denham, RU), salvo algunas tomas directas de la ciudad, con un presupuesto modesto. Producido por Alexander Korda, se estrena el 7-I-1940 (RU), cuatro meses después del comienzo de la IIGM.

La acción tiene lugar en Londres y alrededores en 1938/39. Plantea las dudas de un homicida ante el arresto, prisión y juicio de un inocente acusado por error de unos hechos en los que no ha participado. La obra, algo artificiosa y de desenlace poco convincente, se enmarca en el conjunto de films de intriga y "thrillers" de bajo presupuesto que proliferan en el RU al amparo del éxito de las cintas de Hitchcock. Son excelentes las interpretaciones de Laurence Olivier y Janet Leigh, que en 1940 contraen matrimonio. La atmósfera que envuelve la acción está bien construida, con momentos tan logrados como la breve secuencia del parque de atracciones y la secuencia más larga de la noche de autos. El punteado de humor alcanza un punto culminante en la cena de magistrados y fiscales, en la que cada uno de ellos confiesa infracciones leves de la ley (no pagar el billete del autobús, usar una moneda extranjera en un dispensador de chocolatinas, etc.). El austríaco casado con una inglesa, con su locuacidad y dificultades lingüísticas, crea situaciones cómicas que, vistas con los ojos actuales, resultan menos felices y un tanto anacrónicas. Es interesante el estudio que hace de conceptos complejos como la ambición, la resignación, la duda, la incertidumbre, la suerte y la desgracia. Utiliza con eficacia la elipsis y el sobreentendido (empeño del icono).

Graham Green, convertido al catolicismo 14 años antes, deja en el guión huellas de su fervor religioso: citas bíblicas (Noé), invocaciones divinas, imágenes de la Última Cena (pared) y de la Virgen con el niño (icono) y defensa de las posiciones antidivorcistas. La figura del pastor anglicano atormentado recuerda al personaje de su obra "El poder y la gloria".

La fotografía, de Jan Stallich ("Éxtasis", 1932), combina negros saturados, blancos puros y una gama amplia de grises. Proyecta sombras expresionistas, que crean sentimientos de inseguridad y zozobra, como las de Keith cuando interroga a Larry en el despacho. Refleja imágenes en espejos para dar amplitud y aplicar un toque de misterio al escenario. Ofrece encuadres de cámara subjetiva (Larry visto por Keith). La música, de John Greenswood ("Torbellino de la vida", 1950), incorpora varias canciones populares inglesas a una partitura de acompañamiento que subraya la acción con movimientos reiterativos que en ocasiones se confunen con el sonido ambiental (ruido de los motores del barco).

Película algo desigual, pero con buenos momentos, que cuenta con el aliciente de las notables interpretaciones de Olivier y Leigh.
Miquel
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29 de diciembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es esta una más de tantas cintas, con un nivel más que correcto, procedente del inagotable, sorprendente, gozoso y nunca suficientemente ponderado pozo sin fondo del cine británico de los años 40 y 50. Producción de los hermanos Korda, realizada en 1937 pero estrenada tres años después – y por lo tanto, después de “Lo que el viento se llevó” (1939)-, fue escrita por el propio director Basil Dean en colaboración con Graham Greene -quien, por cierto, execraba esta película- y basada, a su vez, en un relato de John Galsworthy. Romántica historia de un homicidio involuntario es, al tiempo, un feble acercamiento a la clásica cuestión de la inocencia, la culpabilidad y el remordimiento –temas siempre tan queridos al católico Greene-, que no pasaría a la historia del cine si no contase en el papel estelar con un agitanado y delgadísimo Lawrence Olivier y una translúcida Vivien Leigh, en la segunda de las tres películas que rodaron juntos –la primera fue “Fire over England” (1937) de William K. Howard y la última la magnífica “Lady Hamilton” (1941) de Alexander Korda-. Por lo demás, destaca la buena atmosfera de un brumoso Londres – aquí se nota la mano de Vincent Korda- y el trabajo de los excelentes actores secundarios para un producto con un cierto y añejo encanto.
Gould
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7 de septiembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica sólo para incidir en un aspecto interpretativo de este buen drama judicial. 21 días juntos (que, efectivamente, son menos y más llevaderos en algunos casos que 500 o siete mil) data del año 40, un año más que Lo que el viento se llevó y coetánea de Rebeca. Por qué sacar a colación dos de las más míticas cintas de la historia del cine.

Por sus protagonistas.

Vivien Leigh, la manida y consabida Escarlata O'Hara, dueña esclavista de la plantación de Tara; y Laurence Olivier, el oscuro y mostachudo Maximiliano de Winter de la mansión de Manderley.

Comenzamos con Vivien. Actriz inglesa, dato que fácilmente puede caer en el olvido debido a dos de sus más absorbentes papeles en el cine: Blanche DuBois a bordo de un tranvía al que llamaban deseo, y aquella susodicha señorita del sur de los estados rebeldes de América. ¿Alguien dice que fuera de sus islas británicas la Leigh cambia el registro y se adapta forzadamente al estilo de actuación USA? Vamos, que sobreactúa. Porque en 21 días juntos no lo parece, sino que retrata un personaje atormentado sin resultar trágico ni histérico. En la justa medida de una actriz quizá sin método pero con mesura y conocimiento. Aquí es cuando vienen unos puntos suspensivos.

Y Laurence. Ese mismo año (aunque me da que el rodaje es anterior al año 40) Laurence rueda Rebeca. Laurence rueda Rebeca de la mano de Alfred Hitchcock. Y de siempre, incluso la primera vez que vi Rebeca y me pareció un pestiño de película (sólo la primera, ahora ya me parece todo lo magistral que es) lo que más me chirría de la misma fue la forma de actuar y de gesticular y de molestar a la vista de don Maximilian de Winter. O sea, que Laurence Olivier, actor que no habremos visto en teatro, pero que sobre las tablas debía contener él mismo la Biblia en verso, está horrible en Rebeca. Pero en 21 días juntos, y la verdad es que me temía lo peor, se desata el amigo Oliver con un papel contenido, medido y muy aplaudible. Entonces...

Los puntos suspensivos quieren decir que si la culpa la tuvo don Alfred. No derribo mitos.
cassavetes
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7 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que el trabajar con Vivien Leigh no era fácil, hubo problemas, como en casi todas las películas que ella trabajaba.

Una película rodada antes de "Lo que el viento se llevó" y que viendo la fama que podría tener esa película, esta, la de "21 días juntos" se archivó hasta después del estreno de "Lo que el viento se llevó", para ver a una consagrada Vivien Leigh.

Esta película, "21 días juntos" iba a ser el trampolín para Vivien, pero mira, al final no sirvió.

Película descafeinada.... un poco de cine negro, donde Vivien no brilla, y es una pena.
edugrn
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