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En tránsito

Drama. Romance Segunda Guerra Mundial. En Marsella, refugiados de toda Europa embarcan rumbo a América, huyendo de la ocupación Nazi. Entre ellos, el joven alemán Georg, que suplanta la identidad de un escritor muerto para utilizar su visado que le garantiza refugio en México. En Marsella Georg se enamora de Marie, una joven que busca desesperadamente al hombre a quien ama, sin el que no está dispuesta a irse.(FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2018
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que inaugura el 20 Festival de cine Alemán con la presencia de su director Christian Petzold, un director muy interesante y conocido por "Bárbara" y "Phoenix". Que por cierto estas dos últimas películas también reflejan historias de amor en ambientes opresivos.

Transit es la adaptación de la novela de Anna Seghers, publicada por primera vez en 1944. Una escritora  alemana judía y comunista, Anna Seghers fue arrestada por la Gestapo bajo el régimen nazi, sus libros fueron prohibidos y quemados. Ella huyó a París y después a Marsella donde se embarcó y encontró refugio en México antes de regresar a Berlín al final de la guerra. Su libro ya fue adaptado en 1990 al cine por René Allio con Sebastian Koch como protagonista.

La película nos sitúa en la actualidad recordándonos claramente los hechos de 1940 donde la persecución era por motivos ideológicos o religiosos, pero claramente tiene similitudes con lo que sucede hoy en dia con los flujos de emigración a los que se le ha sumado el hambre.

Petzold consigue muy bien la angustia, confusión y desesperación de los protagonistas, esta vez no ha contado con la presencia de Nina Hoss presente en sus anteriores películas, esta vez la sustituye por Paula Beer (Frantz) quien interpreta a un personaje enigmático, errante y misterioso. Pero casi todo el protagonismo lo tiene Franz Rogowski quien interpreta a Georg. Hay otros personajes secundarios bastante interesantes con historia peculiares que enriquecen la historia.

Pero creo que la confusión con la temporalidad es inevitable, te saca un poco de la historia al hacerla menos creíble y si le sumas una narrativa bastante diferente, con una voz en off rara durante todo el metraje nos encontramos con algo interesante pero extraño. Difícil de catalogar porque tampoco llega a ser algo distópico Kafkiano o de Orwell, dejándolo en una historia de amor un tanto compleja ante una situación desesperada.
Destino Arrakis.com
videorecord
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22 de abril de 2018
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penélope sigue esperando a su amor. Por su puesto no es la misma Pénelope de la antigüedad, pero sí es la infinitas Penélopes que le sucedieron y que le precedieron. La de toda mujer, y hombre también, que espera incansablemente la vuelta, improbable, de su amor-
María, por caso en este film, espera a su marido que también fue a la guerra, pero estamos en la de 1940.
También ella teje y desteje, pero en este caso pseudoromances que no concreta, pero que son parte de su espera, instrumentos quizá, su tela que no acaba...
Es en esta repetición del mito de Ulises como se nos muestra el tiempo circular, el eterno retorno, la repetición como variaciones "sinfónicas". El sustrato permanece: El mar (el mismo mar Mediterráneo ), el amor, la guerra, la espera infinita, casi todo es igual con milenios de distancia.
( Borges dijo en Emma Zunz " La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.")
El tiempo no pasa, pasamos nosotros y tomamos el relevo de quienes nos sucedieron, y entonces amamos igual y vamos a la guerra igual y la esperanza y la desesperación es igual.Y María o Penélope o quien sea seguirá allí
esperando su amor, y las guerras se sucederán y los amores y los odios y todo será distinto pero igual.
luis novelli
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17 de junio de 2018
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Tránsito una voz en off surge de la nada. Alguien habla de forma continuada a lo largo de la película de Christian Petzold sin que el espectador tenga muy claro a quien escucha, pero tampoco tendrá claro lo que realmente se cuenta. La voz comienza cuando Georg (Franz Rogowski) huye de las tropas alemanas y lee un manuscrito que ha dejado el escritor Weidel antes de morir.

Al principio todo parece indicar que pertenece al literato, y por lo tanto se trata de una reproducción del texto, sin embargo, posteriormente nos damos cuenta de que nuestro pensamiento iba en otra dirección: la voz surge desde otra perspectiva dentro de la trama. Pero esto se revela mucho más tarde. Al final llegamos a la conclusión, de que la intriga de saber quien es el narrador, es lo de menos y no tiene importancia. Estamos ante una película en la que las personas y las palabras se disuelven constantemente, donde nada se soluciona y todo está en el limbo.

En Tránsito cuenta cómo Georg intenta abandonar Europa mientras todavía está atrapado en Marsella como ilegal. Cuando surge la oportunidad de suplantar la identidad de Weidel y viajar a México con una visa, conoce a Marie (Paula Beer), la esposa del escritor. Georg se enamora de ella, pero no le dice nada sobre sus planes. Mientras tanto, Marie considera abandonar el país con su amante (Godehard Giese), pero la incertidumbre sobre el destino de su esposo la mantiene.

La indecisión juega un papel importante en los personajes y estos, parecen condenados a una existencia eterna en tránsito. Estar en tránsito significa no estar en ninguna parte, no estar enraizado, ni siquiera pertenecer a algo o a alguien. Es estar atrapado en un estado intermediario. Es no tener pasado, siempre con la esperanza de un futuro mejor pero condenado en el presente indefinidamente sin presencia real. Estar en tránsito también se convierte en una experiencia física y mental.

Es bastante clarividente, que la llegada de tropas alemanes a la ciudad de Marsella mencionadas En Tránsito se refiere a la ocupación nazi. A pesar de encontrarnos en un contexto histórico diferente, en un país mas o menos contemporáneo, con edificios y automóviles modernos y televisiones de pantallas planas, Christian Petzold utiliza hábilmente este recurso metafórico para realizar una crítica a la crisis de los refugiados.

Marsella escenifica un lugar que no es real sino un purgatorio en el que pasado y presente ya no se pueden separar el uno del otro. Marsella parece un pueblo fantasma. La ciudad con su importante puerto, es el punto de tránsito, donde todos los refugiados se encuentran, en los cafés, los hoteles baratos, las embajadas, las tiendas…. todo ello debido a la interminable búsqueda de visas para huir a los Estados Unidos o México. Es imposible evitar la conexión de En Tránsito con el clásico de culto “Casablanca” (1942). En ambas, la acción se desarrolla en un puntos importantes para huir de los alemanes, en esta ocasión, de Europa a América.

Christian Petzold construye un deslumbrante drama lleno de incertidumbres entre dos épocas: el presente y la Segunda Guerra Mundial, momento en el que tiene lugar la acción de la novela de Anna Seghers en la que basa la película. La mezcla del ayer y el hoy, y ese enredo de anacronismos donde se combina de forma ambigua lo fantasmal y lo real, provocan en el espectador una irritación inteligente que funciona increíblemente bien.

Además, las imágenes en CinemaScope con colores saturados del director de fotografía Hans Fromm, también contribuyen a esa irritación y confusión en el espectador. Tales imágenes consiguen recalcar la indeterminación del momento en el que se desarrolla la acción de la película. Los colores elegidos son más adecuadas para una época pasada que chocan con las imágenes de una Marsella actual.

En Tránsito es una película inteligentemente diseñada, a pesar de la confusión generada en el espectador, liberada de toda opulencia escenificada, y sobre la incapacidad de olvidar. Por lo tanto, aunque no sea la intención de Petzold, En Tránsito es una película de advertencia ante el resurgir de ciertos movimientos, grupos y partidos políticos xenófogos y fascistas en Europa. Una llamada de atención para que no se vuelva a repetir la historia.

https://cinemagavia.es/en-transito-pelicula-critica/
Eduargil
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26 de junio de 2018
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En estos tiempos de crecimiento de la xenofobia esta película demuestra de una forma evidente las similitudes entre la pasada situación de los judíos y la actual de los refugiados. En un juego realmente original el director sitúa en la actualidad una trama de refugiados huyendo del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Además hay anacronismos evidentes como la madre sordomuda y su hijo, ambos magrebíes y sin derecho, por ser ilegales, a un médico que le trate su asma. Es un ejercicio de denuncia que viene a ser como recrear "Casablanca" en un época actual.
Eso si, aconsejo leer algo sobre la trama antes de ver la película puesto que la gente con la que fui al cine no acabo de entender del todo el argumento que, sobre todo al principio, resulta un tanto difícil de seguir.
cepa
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15 de noviembre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En medio de la segunda guerra mundial, los Nazis invaden Francia y comienzan a realizar una razia peligrosa. Extienden en tierra francesa lo que ya habían comenzado a hacer en Alemania. Persiguen, capturan y deportan a todos aquellos que constituyen una amenaza para el régimen, como así también a judíos, homosexuales, disidentes, y cualquier otra persona que el régimen rechaza. De repente, la libertad es la condición más valiosa toda vez que su presencia se ha limitado ante la amenaza del ejército invasor. Los consulados, especialmente los de aquellos países fuera de los límites donde se desarrolla el conflicto, se vuelven los lugares más concurridos toda vez que representan una posibilidad de libertad a quien la busca o pueda pagar. Marsella deja de ser un puerto de destino para transformarse en una puerta de salida. Una multitud quiere escapar cuanto antes. Todos imaginan lo peor. Pero Georg, nuestro personaje, que también está escapando de algo o de alguien, se dedica a salvar gente.
Transit está basada libremente en la novela del mismo nombre de Ana Saghers que Christian Petzold, el director y guionista, adaptó libremente. A Petzold, le fascinan los misterios, y solo usa la estructura de la novela para cimentar su nuevo film, Transit resulta, además, un misterio en sí mismo. Desde el comienzo del film, alguien que no conocemos, toma los documentos de otro hombre, un escritor y asume su identidad. Del personaje no sabemos nada. No tenemos ningún antecedente suyo. Solo sabemos que la acción transcurre en Marsella. A partir de esta escena, el suspenso se apoderará de la pantalla y no cesará hasta su final. La identidad del desconocido será siempre un misterio. En cambio, conocemos sus motivaciones. Salvar personas.
El film se divide en tres partes. Son tres carreras contra el destino para poder salvar una persona consiguiendo el salvoconducto que representa una visa para poder salir del país y lograr la salvación en un país libre. Cada una de ellas refleja una condición humana diferente. Estamos ante pleno un ejercicio de estilo. Podríamos decir que es un film sobre la persecución o la historia de un hombre obsesionado por rescatar personas. También podemos decir que es un film sobre refugiados. Y es posible que esta hermética película de Petzold sea también una visión humanista sobre un problema político importante por el que atraviesa ahora mismo toda Europa y que muy bien describe el notable film “Sea Sorrow” que Vanessa Redgrave presentó el año pasado en Mar del Plata.
Petzold se maneja con absoluta independencia de criterio. Hasta se permite incluir una historia de amor, un signo de humanidad en medio de una persecución cuya principal característica fue la deshumanización del individuo. Su film se desarrolla en círculos, como si estuviéramos ante una historia sin fin. El personaje principal va y viene permanentemente buscando una salida en la que sin lugar a dudas también aparece la degradación humana.
Lo más notable del film es su coherencia narrativa. El film no se desvía nunca de su objetivo. La destreza cinematográfica del director engancha al espectador aunque algunos de los momentos del film resulten crípticos o poco claros. No obstante ello, hacia el final podemos concluir que estamos ante una película precisa y coherente aunque ciertamente no convencional. Nos es un film para el deleite de los sentidos sino uno para el disfrute intelectual, una pieza fría y calculada que opera como un mecanismo de relojería al servicio de un ejercicio estilístico que Christian Petzold construye con maestría.
Charly Barny
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