Dos hermanos

Un film lento, angustiante e injusto, como la vida misma.

Sencillo, austero.. sencillamente precioso. Un drama que no os dejará indiferentes, la hora y media de la película se te pasa volando, a pesar de ese ritmo lento pero tan necesario.

Una pequeña gran película. Una historia espinosa, sencilla y muy bien llevada.

Abstenerse adictos a la acción o fervientes admiradores del dinamismo cinematográfico.

Lone Scherfig ha sabido trasladar a la pantalla con gran acierto temas tan difíciles como los suicidas, las enfermedades terminales y la soledad del ser humano, todo ello mezclando sabiamente buenas dosis de drama con unos agradecidos toques de comedia. Aunque en un principio no sabemos el por qué del empeño de Wilbur por abandonar este mundo, pronto acabamos por simpatizar con él, indagando en sus motivos y acompañándolo durante todo el proceso de transformación del personaje. Aunque no es el único protagonista de la historia, su hermano también lleva un peso importante en la misma, el cual también pronto se hace cercano, viendo el punto de vista de alguien que convive a diario con un suicida, además de tener que luchar con sus propios demonios.

Toda esta intensa historia, ciertamente con algunos momentos lentos (pero necesarios), no llegaría a buen puerto sin unas buenas interpretaciones, papeles que resuelven con nota todos los actores, destacando especialmente al poco conocido en estos lares Jamie Sives (del que recomiendo "La última oportunidad") en el papel de Wilbur, y al muy convincente Adrian Rawlins en el papel del hermano de éste.

Todo aderezado con una muy acorde banda sonora, resulta muy recomendable para amantes de las historias diferentes y originales, y por supuesto cualquier amante del buen cine. Abstenerse amantes de las películas de acción y del resto de películas comerciales provenientes de USA.

Película danesa rodada en Glasgow, la localización no tiene relevancia argumental, excepto para una aplicación más genuina de la ducha escocesa, narrativamente hablando.

Wilbur tiene la monomanía de intentar suicidarse. El porqué no es aclarado, ni tampoco si los intentos son sinceros, que no lo parecen, pero se diría que no importa.

El arranque espeluznante, un personaje rellenándose con pastillas durante la presentación de los créditos, da paso, mediante el primer golpe de muñeca en los grifos que alternan drama y comedia, a un plan más desenfadado: lo que pintaba ser un cuadro tremendo se aboceta en realidad con trazos ligeros y tonos humorísticos, aunque algo sombríos.
Pero de momento no se profundiza en la psicología atormentada de quien decide terminar su existencia, piensa el espectador, sonriendo a medias ante las ocurrencias de Wilbur, que tiene sus golpes.

En línea con buena parte del cine danés actual, la película aborda conflictos internos de una familia: dos hermanos que llevan (un decir, en el caso de Wilbur) la librería heredada del padre, y a los que se allega una joven madre recién despedida del trabajo, creándose un núcleo atípico.

A golpes de muñeca en los grifos, la historia avanza indecisa y acomodaticia. Pero cuando busca una salida seria y trascendente mediante un masivo giro, ahora hacia la temperatura cruel de lo trágico, se encuentra sin base suficiente, por la hibridez, por haber eludido un tratamiento más comprometido de los personajes y sus relaciones.

(5,5)

Trágicomedia, con momentos dulces y con pequeñas dosis de sentido del humor, dentro de un drama que nos muestra una temàtica cruda, dolorosa y real como es la de los enfermos terminales y de las personas que han perdido las ganas de vivir. Magistralmente llevada a la pantalla por la directora Lone Scherfig que sabe poner un ritmo lento, pero continuado, donde mantiene el interés en todo momento, que cuida los detalles con precisión hasta el final, que incluso este a pesar de su tristeza se observa con naturalidad.

La película es la demostración que hacer buen cine es fácil cuando hay una buena dirección, tres grandes actores, un guión, buena música y se expresan las cosas con sencillez, sin tanto adorno, parafernalia y grandilocuencia que tanto gustan hoy en día.

Película muy recomendable de una buena directora con buenas historias que contar.

Después de la estupenda comedia Italiano para principiantes, la directora danesa Lone Scherfig sorprende con esta discreta pero emotiva historia, que se mueve con soltura entre el drama más intenso y un moderado sentido del humor.
La película se centra en la historia de dos hermanos. Uno de ellos traumatizado desde su infancia por la muerte de su madre y con instintos suicidas y el otro inmerso en el trabajo en la librería heredada por su padre. La entrada en su vida de una chica y su hija les ayudará a afrontar la vida con otra perspectiva. Pero desgraciadamente los buenos momentos no son para siempre.
Wilbur se quiere suicidar plantea situaciones muy dramáticas que resuelve de forma optimista pero melancólica, sin perder en ningún momento la sensibilidad. Quizás sea con algunos personajes secundarios, sobre todo el médico y la enfermera, donde el guión se muestra más débil.
Los actores son francamente buenos. Jamie Sives dota a Wilbur de mucha energía, humor y contradicciones. Mientras Shirley Henderson se gana el corazón del espectador con su, inicialmente, gris personaje.
Un exceso de prudencia y discreción en los planteamientos de la historia impide que esta resulte más intensa, pero aun así se ve con mucho agrado.