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Una pastelería en Notting Hill

Drama. Comedia. Romance Decidida a cumplir el sueño de su difunta madre de abrir una pastelería en Notting Hill, la joven Clarissa pide ayuda a la mejor amiga de su madre, Isabella, y a su excéntrica abuela, Mimi. Estas tres generaciones de mujeres necesitarán superar el dolor, las dudas y las diferencias para honrar el recuerdo de su amada Sarah mientras se embarcan en un viaje para establecer en Londres una tienda llenar de amor, esperanza y coloridos pasteles. [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2020
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ve claramente que es un producto dirigido a un público concreto de una generación concreta, que se cierra a su potencial, alejando sus "otras" posibilidades.

Interpretaciones que no despuntan, tan solo se permiten asumir con corrección su cometido, como si se tratase de una película preparada para televisión.

Bonita fotografía, ambientación cuidada, nada espectacular. Ofrece poco, y se olvida antes.
ANHELL
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13 de septiembre de 2020
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Sarah que hace referencia al título de la película en ingles muere en un accidente de camino a un local  en Notting Hill, que ella y su mejor amiga Isabella están a punto de convertir en una pastelería.

La muerte de Sarah deja a Isabella con un montón de problemas financieros, también deja a una hija joven llamada Clarissa que  juntas deciden pedir dinero a su abuela Mimi para poder abrir la pastelería... 

Las semanas pasan y entran muy pocos clientes, por lo que lo que deciden hacer pasteles para la gran población multi étnica que habita en el barrio y así puedan recordar los sabores de sus respectivos países de origen.

Para darle algo más a la historia se cuentan dos tramas de amor bastante simplonas, echando en falta algo de humor británico. La directora novel Eliza Schroeder arriesga poco, dejando la historia como un cuentito de muy buen rollo.

Una historia más dulce que los pasteles que se preparan, que termina empalagando un poco. 
Destino Arrakis.com
videorecord
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24 de septiembre de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El glaseado edulcorado

Eliza Schroeder debuta en el largometraje cinematográfico con Una pastelería en Notting Hill, con un guion de Jake Brunger. La película parte ante un hecho fatídico, como es la pérdida de Sarah, una madre, hija y amiga, viéndose sus sueños de abrir una pastelería truncados. A partir de esta premisa, el guion va tejiendo una tela de araña en torno al círculo familiar y personal de Sarah, dibujando ese duelo emocional que emociona fervorosamente. Sin embargo, este primer contacto, durante el primer tercio del film, se pierde después en unas líneas más cercanas al feel-good y la comedia romántica, que al propio drama cotidiano y personal. Por lo cual, acaba por sucumbir por una trama más acorde a la simpleza y a la ternura más fácil, sin buscar profundizar en el dolor y en la necesidad de reinvención.

A pesar de mostrar el concepto del legado y cómo el perdón se diluye en unas experiencias vitales, cae en una edulcoración en la resolución de los conflictos. De esta forma, a partir de la segunda mitad de la película, se expanden las líneas narrativas hacia una historia romántica, donde el amor todo lo puede. Por ende, envuelve el relato principal en una dosis de pastelosa narrativa, que hace que sea accesible para todo tipo de públicos, pero no vaya más allá. Aun así, deja un poso agradable y ameno, un entretenimiento plausible, que busca la sonrisa del espectador. Inclusive, explota ciertas pinceladas de una mirada femenina con sus principales protagonistas. En consecuencia, sabe perfectamente cuál es su público y deja esas dosis de melodrama de guilty pleasure suficientes para encandilar hasta el final, pese a su exceso de azúcar y oportunismo en su resolución.

*Tres generaciones

Las encargadas de llevar la voz cantante en Una pastelería en Notting Hill son Celia Imrie, Shelley Conn y Shannon Tarbet. Para comenzar, Imrie se encuentra en plena forma, con una fuerza en escénica sorprendente, que empasta a la perfección con la sensibilidad y caparazón de su personaje. Aunque no exige un nivel de interpretación exhaustivo, le da una naturalidad luminosa, que permite conectar con el espectador. De la misma forma se muestra Conn ante la pantalla, que, además, en su caso, explota llevar un mayor peso dramático. Sin embargo, esa soltura y picardía, se ven opacadas por los momentos más románticos, dado que se deja influenciar en exceso por el buenrollismo que acompaña al film. Pese a ello, no deja de dar un trabajo actoral más que notable y con una sinergia particular.

Después, Tarbet es, tal vez, la que menos potencial demuestra en escena, quedándose en un segundo plano, ante la energía que desprenden sus compañeras de reparto. Por lo cual, pese a cumplir con su papel, no explota su talento ante la pantalla y se abstrae ante un plano más superficial. Por otro lado, el elenco se completa con Rupert Penry-Jones y Bill Paterson. En el caso del primero, realiza su función de casanova sin problemas, sabiendo jugar con este tipo de personajes y lo que se quiere transmitir. Por este motivo, no sorprende su papel en escena, pero tiene carisma y eso equilibra la falta de mayores matices en su interpretación. Luego, Paterson forma parte de una colaboración tierna, que favorece y subraya la interpretación de Imrie. Con lo que, ambos forman un buen combo actoral.

*Azúcar espolvoreado

El recuerdo que emana de Una pastelería en Notting Hill es de las películas románticas al uso, con los giros dramáticos y esa estética en tonos claros y suaves. Por consiguiente, el film parte de un sello de identidad muy en sintonía con este tipo de producciones, en los que no se apuesta por una mirada más arriesgada. Por un lado, la dirección fotográfica sigue un estándar en cuanto a su ejecución entre la acción, dando mayor valor al universo formado en la pastelería. Aun así, no destaca como un recurso expresivo por sí solo, sino que necesita de la palabra para captar la atención. De igual forma ocurre con la dirección artística, que se focaliza en todo ese mundo gastronómico, que tiene coherencia detrás de esta estrategia, pero hay momentos en los que se excede ese escaparate de dulces.

Ese concepto edulcorado de los elementos plásticos se ve acentuado por el carácter más ‘fresa’ en torno a las situaciones que se plantean. De ahí que, el montaje haya apostado por una organización fluida, simpática y sin grandes efectos sensitivos. En consecuencia, sigue una parsimonia que puede resultar agradable, pero que cierta parte de la audiencia puede considerar demasiado regular. Aun así, se puede ver que ha sabido captar el espíritu que se había planteado y mantiene esos golpes cómicos, que relajan el ambiente y dejan respirar la historia espolvoreada con azúcar. Por lo cual, han sabido cumplir su objetivo, demostrando una coherencia visual en sintonía con el guion, que acaba siendo un pastel pasado de dulce. No obstante, igualmente se disfruta sin ningún problema del film, dejando un buen sabor de boca tranquilamente.

*Conclusión

Una pastelería en Notting Hill es una película que termina siendo una mezcla de drama romántico y feel-good. Por un lado, el guion se recrea en una ternura familiar e interpersonal, que se excede en el exceso de azúcar en varias partes del film. Por otro, deja momentos muy cercanos, que llegan a la intención de entretener y dejar una sensación agradable en el espectador. Después, el reparto principal cumple su función y entra de lleno en la personalidad del film, con unas interpretaciones livianas y suaves. A nivel técnico, se adentra en unos colores suaves, con una puesta en escena muy gastronómica y un ritmo ameno. La apertura a un mundo lleno de edulcorante, que se convierte en un entretenimiento afable.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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2 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparece todo lo que aparece en una comedia londinense. Ahí están "Notting Hill", "Love actually", "Una cita en el parque" y alguna otra aderezada con autobuses rojos, pequeños y encantadores apartamentos, mercados callejeros y adorables tiendecitas. Uno no para de pensar, ¿dónde he visto yo esto antes?. Y mientras, te dejas llevar por una historia que ni sorprende ni emociona, simplemente está ahí, en un Londres irreal diseñado para turistas.
Pearl
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11 de febrero de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intentar hacer spoiler de Una pastelería de Nothing Hill es prácticamente imposible, por la sencilla razón de que no cuenta nada, y por lo tanto no hay spoiler que valga, porque sería como como intentar describir el contenido de una habitación vacía, el crecimiento de un guisante, o la interminable soledad de un desierto…

Comprendo, hasta cierto punto, la necesidad que tienen algunos en “contar” una historia y, al mismo tiempo, creer que dicha historia tiene algo que pueda interesar mínimamente. UPENNOH es una historia sin historia, que, forzosamente, necesita un guion para ser llevada al cine, algo que, como es lógico, de entrada, resulta imposible. Y, sin embargo, la directora de este puzle empalagoso, consigue (o eso cree al menos ella) realizar una película vacía de contenido, que intenta en vano contarnos algo que se podría resumir perfectamente en apenas diez minutos (y soy generoso) mientras tomamos un café y sin necesidad de aburrir durante hora y media al espectador.

Sí, porque la realidad es que diez minutos son más que suficientes para que la directora nos cuente que una señora mayor, tras la muerte de su hija, a la que no ve por razones que desconocemos y tampoco interesan, abre una pastelería con la ayuda de su nieta, a la que también lleva tiempo sin ver, así como la de una amiga de su hija y un ex, que se une a ellas por razones que no entendemos muy bien,

A este forzado y poco creíble comienzo, se une también un vecino que aparece de improviso sin ninguna razón que lo explique, y les dice, ya de entrada, que hay otras cinco pastelerías muy cerca, lo que en modo alguno es obstáculo para que sigan empeñadas en abrir el negocio. Hay también una prueba de ADN, clases de yoga, una academia donde enseñan a usar el trapecio, un ciclista que abre los ojos a la madre-abuela, una relación sentimental con elaboración de tartas incluida, y otra relación entre la madre-abuela y el vecino, que, al parecer, terminan siendo follamigos, por obra y gracias de la autora del guion, o lo que demonios sea eso.

Al final, tras tomarnos el café con la directora, nos vamos con la sensación de que lo que nos ha contado es algo que no nos interesa en absoluto, y además lo ha hecho introduciendo tramas a la fuerza, como si estuviera empeñada en que el pequeño zapato de Cenicienta entre por narices en su enorme pie. Y es por ese motivo por el que uno está deseando que termine cuanto antes para irnos, lamentando haber quedado con ella a tomar café, e ignorando que la susodicha tiene en su mente escribir un guion sobre lo que nos ha contado. Algo que, para desgracia de los amantes del cine, ha terminado llevando a cabo.
Rompetechos
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