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Kid

Drama El personaje que da título a la cinta es "un niño de siete años feliz y seguro en casa de su amada madre, a la que no resulta fácil sobrellevar su soltería. Cuando ella muere, Kid tendrá que enfrentarse a los miedos y las amenazas de este mundo". (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
4 de septiembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi lista personal de directoras remarcables se incluye memorablemente la actriz y realizadora belga Fien Troch, quien regresa con su tercer largometraje titulado, Kid, otro retrato bellamente elaborado de una familia atrapada en una existencia cruel y dolorosa, todo observado, todo analizado y meditado exclusivamente desde el punto de vista de los niños, específicamente de dos jóvenes hermanos, Billy y Kid. Ambos comparten la existencia abrumadora con su madre. Parece que su padre despareció hace tiempo, dejando a su madre en dificultades financieras extremas a tal punto de evitar constantemente a los cobradores. Los chicos llevan una vida tranquila en silencio, mientras su madre los observa perdida entre la melancolía y la depresión. La narración se ve a través de los ojos del niño menor (Kid) quien es muy apegado a su madre. Todo se quiebra cuando la madre es asesinada y los niños deben ir a vivir con sus tíos. Como sucediera en The Return de Andrei Zvyagintsev, la atmosfera sobre los niños y las figuras parentales distantes es oscura y siniestra. Kid es sin duda el trabajo de un director maduro que sabe como representar lo complicado que viene a ser la existencia humana, y las extrañas crueldades que persiguen tanto a opresores como oprimidos. Fien Troch nos ha traído una película triste, desesperanzadora y amenazante, con personajes duros, hostiles y complejos hasta la nausea que se encuentran atrapados en la angustia de su existencia. Profunda meditación existencial sobre la infancia y el peso emocional que es heredado de padres a hijos. Película excepcional.
José Barriga
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5 de octubre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
”Mother has to iron his shirt
Then she sends the kids to school
Sees them off with a small kiss
She’s the one they’re going to miss In lots of ways.”

Our House, Madness

Es curioso que la belga Fien Troch use tantísima simetría compositiva en un film que, irónicamente, habla de algo bastante asimétrico: la pérdida. Dos hermanos que viven a solas con su madre quedan huérfanos de ésta, y ahí se dará otra asimetría: la resultante de la manera de entender cada uno de ellos el duelo, aquello que se dice de que la vida sigue y el ser acogidos en un nuevo hogar por una familia que no es la suya. Billy sobrelleva mejor que peor esta novísima situación a varios niveles; el muy hijo de puta hasta se ríe cuando su viejo adoptivo le hace la mierda esa de que te tiren del dedo y cagarte un pedo. Kid ya menos: está ausente, le da por autolesionarse y hasta su cuadrilla de amigos han de ir a verle a casa a ver si le animan. Chavales todos que, justo antes del punto de inflexión que fija Troch con el asesinato de la madre, eran justo eso, chavales: muy de molerse a palos jugando, muy de hacer el cabra y muy de tener una boca que ni Maruja Torres a ese ritmo de ingesta de dulces que iban fijando. En Kid era igual, pero ya nada volverá a ser lo mismo: tenía un vínculo especial con su madre.

Desde la mirada de ambos hermanos, que es la mirada que quiere Fien que tenga el espectador, cuando ella aún vivía había cosas raras. Estaba ida. Tapaba el teléfono para que no se escuchasen las voces de sus acreedores gritándole a soplamuela. Un día un camión le embargaba el tractor, al siguiente el mobiliario y al otro las cabras, que vaya tela eso, tete, ni Gescobro en proceso monitorio. En el parking del centro comercial un Land Rover primero escama algo, luego resultará bastante amenazador y en última instancia terminará por ser de donde salgan quienes den matarile a la madre de Kid y Billy. Y resulta que eso, que se van a vivir con unos lánguidos. Y todo queda un poco como si fuera el Kid Thing de los Zellner Brothers dirigido por Bruno Dumont: por el desapego con el que se habla y lo poco que se hace esto, por los espacios muertos de interior a la Ulrich Seidl, por varios hechos similares a los que ocurren en Kid Thing –solo que desde perspectiva de niños en lugar de de niña- y por esa inmersión en la naturaleza gracias a planos casi del romanticismo pictórico, de los de confluir tierra y cielo mientras suenan los grillos. Lo único que en Kid Thing Annie no le hace la promesa a su viejo que Kid le obliga a jurar a su catatónica madre: que si algún día se vuelven a perder se reunirán en un alcornoque determinado del bosque.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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