Los extraños

100 minutos dura la película.
Lo mejor, el principio, para entender la película.
Lo peor, el resto.

No pasa NADA hasta pasados 80 minutos.
La vi anoche, y me fui a dormir cabreada con el director y con el personaje que interpreta Ashley Madekwe.
Ese final...
Me quedé como se quedaron los de la casa.
Lo siento por el padre de familia, lo mejor de la película.

A Netflix se le tienen ganas, y no por razones puramente artísticas. Una muchedumbre indignada acaba de descubrir que en la plataforma radicada en Los Gatos abunda la basura algorítmica. Casualidad o no, tal hallazgo se ha producido en el preciso momento en que van a tener que empezar a pagar para seguir viendo esos mismos bodrios de los que de pronto reniegan. En fin, que ya no pueden seguir tirando de la cuenta de su cuñado.
Sólo así me explico el vitriolo vertido por tantos «filmbros» a los que, de haberla dirigido Jordan Peele y tener detrás a, qué sé yo, HBO o el cartel Disney-Marvel-Lucasfilm, les habría dado palmas el culo. Porque «Los extraños» es una película por demás correcta, en la línea de ese terror psicológico de nuevo cuño, mezcla improbable de Polanski y «blaxploitation», dado a luz por el citado Jordan Peele, al que le han salido imitadores hasta de debajo de las piedras, unos con más éxito que otros. A mi juicio, Nathaniel Martello-White se cuenta entre los primeros. El actor y realizador británico acredita gran solvencia en la construcción de una atmósfera enrarecida por medio de un crescendo angustioso y sostenido que llega a tornarse irrespirable durante la, no por esperada menos turbadora —y «hanekiana»—, brutalización final.
Pero lo que sin duda resulta especialmente interesante en «Los extraños» es el «aggiornamento» que Martello-White hace de categorías marxistas como la de la alienación. Así, su protagonista —excelente, por otra parte, una Ashley Madekwe a la que conviene seguir la pista— vive en un mundo de todo punto ajeno, el patriciado blanco, interiorizando unos valores que tampoco son los suyos, sino los de la clase dominante, legitimadores, por ende, de la desigualdad y la explotación. Un momento, ¿me estás hablando de negros racistas? Que no te estalle la cabeza, joven «millennial» acostumbrado a mensajes masticaditos y con vaselina. También hay obreros de derechas. No querer verlo, cómodamente apoltronados en dicotomías de primero de demagogia, es hacerle el juego al (neo) fascismo.
Quizá ahí radique otro de los motivos para la inquina: Martello-White se atreve a romper los pueriles esquemas morales de nuestro tiempo, señalando las contradicciones de un sistema bastante más complejo —y, en consecuencia, lleno de patios traseros y rincones oscuros que preferimos ignorar— de lo que el inocuo audiovisual contemporáneo trata de vendernos, un «mundo feliz» donde no tienen cabida desenlaces de la ambigüedad —insoportable para muchos— de la que hace gala el de «Los extraños».

Pocas veces habré estado 40 minutos adivinando de que va la película. Mientras me aburría, podía imaginarme una crítica a la clase alta, mil veces vista, o el retrato de un personaje paranoico.

Si la narración fuese lineal, el enigma se descubriría en los primeros cinco minutos, pero para alimentar el suspense está de moda lanzar secuencias que no se entienden, adornadas con una banda sonora aterradora, como si fuese a pasar algo, antes de lanzar el consabido “flash-back” aclaratorio.

Cuando los personajes son cargantes y los diálogos carecen de interés, el aburrimiento es inevitable y da lo mismo que fragmentes la historia en mil cachos desordenados.

Preferiría ser apaleado y lobotomizado a ver otra vez esta película. El argumento es lamentable, los actores son de feria y la puesta en escena la hicieron mejor en el colegio de mis hijos en la función de Navidad. De verdad que no podré volver a recuperar en mi vida los 100 minutazos que dura, y eso sí que me duele.

Sumario

La película juega en un comienzo con la indefinición de género, desubicando al espectador y oscilando hábilmente entre el terror, el drama y el thriller y emplea muy bien el cambio de punto de vista, en un relato sobre una mujer negra obsesionada por serlo y por asimilarse al establishment blanco de un suburbio inglés.

Reseña

Una mujer negra acomodada, esposa y madre de dos hijos adolescentes, se siente súbitamente amenazada por la percepción de dos extraños en el caro suburbio donde vive.

Bien diferente es la introducción de la película, donde varios años antes la protagonista abandona precipitadamente un modesto departamento situado en un monoblock social.

Es poco lo que se puede contar de esta opera prima del británico Nathaniel Martello-White (también guionista). La película se divide en capítulos y juega en principio con la indefinición de género: luego de la introducción y una elipsis de varios años, el mundo ahora perfecto y acomodado de Neve (Ashley Madekwe, en una interpretación no siempre convincente) del capítulo uno, se ve amenazado por la aparición de esos extraños; sujetos al punto de vista de Neve estamos aparentemente ante una película de terror paranoide. Pero luego, en capítulos subsiguientes, el relato oscilará entre diversos puntos de vista y géneros, incluyendo el drama y el thriller.

No pudiendo develar más detalles de la trama sí puedo avanzar un poco con sus subtextos, con la cuestión racial y de clase en el centro de la escena. Aun tratándose de una mujer inglesa negra (acaso mestiza, si se quiere), ella se encuentra asimilada a lo que constituye el establishment blanco, casada con un hombre blanco y procurando que sus hijos también vagamente mestizos renieguen de ese origen (el cabello es un elemento tomado como signo por al trama). No es casual que los extraños por los que se siente amenazada sean negros: una amenaza para su nuevo estatus social. (El tema de la asimilación racial como vehículo para la asimilación y pertenencia social vincula esta película con la notable Claroscuro (Passing), de Rebecca Hall, donde se aborda el tema pero en una Nueva York de entreguerras).

Luego de develar sus cartas, el relato se ve obligado a un giro de género que mantiene airoso en aprte de la película pero que no logra sostener satisfactoriamente cuando se desliza hacia el thriller, condición necesaria, sin embargo, para llevar la historia a un desenlace perfectamente lógico.