Al Pacino. El Bronx y la furia (TV)

La intensidad alucinada, absoluta, abismal de sus primeros años se convirtió en bufonadas y mamarrachadas más tarde, la sobriedad densa en gestualidad alocada, la concentración mística en disparate y tentetieso, el paroxismo hacia dentro en relajo frívolo, el ascetismo en histrión, la solemnidad en charlotada.
Pánico en Needle Park, El padrino, Serpico, El espantapájaros, El padrino II y Tarde de perros, vaya comienzo de carrera (no citan Yo, Natalia que en verdad es la primera aunque no con él de protagonista y de la que nadie se acuerda), los cuatro años entre Revolución y Melodía de seducción sin rodar tras varios sonados fracasos de crítica y público (y parece que tras rechazar trabajar en Apocalypse Now, Star Wars, Kramer contra Kramer y alguna de relumbrón más) con la excepción tremenda gloriosa de Scarface hasta arriba de coca y el previo escándalo de la película maldita A la caza de Friedkin por el lío/visión de los homosexuales que se plasma en esta película y que no debió gustar precisamente mucho al personal, el Óscar por Esencia de mujer (se confirma el tópico más manido y triste, te lo dan por hacer de alguien con algún problema morrocotudo incapacitante, enfermedad terrorífica o carencia de órdago la más grande), la vuelta a los orígenes con papeles de mafioso o criminal, el documental sobre Ricardo III y una senectud de trabajo incansable, a la vejez, destajo.
El documental es escaso y escueto, pero acierta de pleno, es preciso, dice bien lo poco que cuenta, elige con criterio las piezas y los comentarios, es superficial y brillante y, sobre todo, se aprovecha del material interpretativo y de las grandes películas que llegó a hacer Pacino tan especialmente en sus inicios.
Cazale como su hermano amigo trágico y Strasberg como su padre putativo.
El alcohol y el teatro y la curación y el cine o al revés también. Shakespeare y el relato o sentido, el mito.
Este documento es nada y menos, pero igualmente se goza y entretiene y vitamina.
De sus amores o vida privada, cero, lo cual nunca se sabe si es malo o si es bueno, el autor, el autor.
Si tuviera que elegir, me quedaría, obviamente, con los dos padrinos (está bestial o sobrenatural, tenso, tierno, terrible, sensible, superado, consciente, torturado, fatalista, estoicismo, miedo, deseo, responsabilidad, peso, legado, origen, tormento, caos, horror, amor, familia, tragedia, Italia, América) la escena, que aquí muestran, del asesinato de Sollozzo y McCluskey es otra cosa, locura.
Y aguanta, está vivo.