Ethel

Rory, la directora de este film, se llama así por el último de los reyes irlandeses. Ella es la undécima hija de Ethel y Robert Kennedy, y la única que nunca vio vivo a su padre.
Ha decidido improvisar un set de rodaje muy sencillo en uno de los salones de la casa familiar, sentar a su madre y a algunos de sus diez hermanos en una silla frente a la cámara, y sumar a eso imágenes de archivo y vídeos familiares. El resultado no es sólo un enorme, conmovedor, ágil, interesante, y merecido homenaje a su madre, Ethel… es también un homenaje a la lucha por la justicia social, los derechos civiles, y el entusiasmo que derrochó su padre Bobby, primero tras su hermano JFK, y luego en compañía de su madre. Porque aquí descubrimos que Robert Kennedy nunca estuvo solo… Con una fuerza de la naturaleza como su Ethel, Bobby tuvo que ser muy feliz a pesar de los amargos tragos que la vida le deparó…

El guión está perfectamente trabado sin alejarse de la linea cronológica, y consigue el ritmo, el interés y la emoción que ya querrían para sí muchos biopics… De Ethel destaca todo partiendo de su mirada traviesa de sus años de universidad, su actitud gamberra heredada de una familia tan católica, competitiva e irlandesa como los Kennedy, pero mucho menos convencional… Ethel Skakel impulsó, completó, dio estabilidad, alas y confianza, sentido del humor y mucho amor a un hombre tímido que fue clave para la historia de los EEUU hasta su muerte, tan polémica como la de su hermano.

Que es un documental en el que faltan cosas… seguro. Y si alguien esperaba que madre e hija se pongan a hablar de los asesinos de su padre o del escándalo de Marilyn Monroe, quedará muy decepcionado… Pero el álbum familiar que componen es sobresaliente y muy recomendable.

Para mí, Ethel ha sido un agradabilísimo descubrimiento.

A veces me parece extraño que se hable de mujeres así, porque la forma en que Ethel dispuso su vida para ser la esposa de Robert Kennedy parece de una gran novela de amor. Once hijos, todo el apoyo continuo campaña tras campaña política, el soporte en los momentos críticos, los cambios de pensamiento para ser una sombra acogedora y no una sombra entorpecedora. Creo que no nos llamamos a engaño viendo como después del impulso del feminismo esta idea de la mujer ha sido replanteada y hasta revaluada. "Eso eran ellas", dicen las feministas, "nuestras madres y abuelas sumisas; nosotras ya no volveremos a ser así". Una mujer como Ethel sería una anomalía de nuestra época, de nuestro siglo veintiuno. Pero es tan bello verla, es tan bello sentir que hay una mujer grandiosa así, como amiga, como madre, como abuela... como esposa. Y sé que lo que ha hecho Rory, la undécima hija, es un homenaje a la grandeza de su madre y que por ello el marco puede ser poco objetivo, pero creo que aquí, con la dosis de subjetividad, medida o desmedida, debemos aceptar que es un deleite ver cómo se movía el mundo de los Kennedy y de sus mujeres. "Eso eran ellas". Hoy en día el eslogan podría ser: detrás de toda gran mujer, hay...