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El hombre que nunca existió

Bélico. Drama En la primavera de 1943, un vecino de Punta Umbría descubrió, mientras pescaba en ”El Portil”, el cuerpo sin vida de un militar inglés junto con los restos de una balsa neumática. Sin saberlo, aquel pescador, acababa de encontrar al hombre que nunca existió: la operación ”Mincemeat” había comenzado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
19 de marzo de 2008
44 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película inglesa de estratagema de guerra, espionaje y misión secreta, trama situada en el año 1943, en plena contienda de la II G.M. entre británicos y alemanes. Los británicos están planeando desembarcar en Sicilia donde hay instalado un fuerte contigente de fuerzas militares alemanas. Eso implica que habrá una gran pérdida de soldados del bando aliado. Para que las bajas sean las menos posible hay que tratar de engañar a los alemanes de forma que saquen de esa isla parte de su contigente y material bélico antes del desembarco británico. Pero para ello, los Servicios Secretos de su Majesta la Reina Isabel, piensan e idean una estrategia de engaño. Ahí está el apasionante quid de este film interesantísimo, toda una complicada misión de la cual formará parte fundamental un muerto.

El inicio es para subrayar, pues incita a los espectadores a que se sientan cautivados por la narración: sobre la orilla de una de las playas de la provincia de Huelva (España), con fondo de sol en ocaso reflejando sus rayos sobre la mar poniente, aparece un muerto zarandeado serenamente por el leve oleaje. A partir de ahí comienza la historia de ese hombre muerto, "El hombre que nunca existió con la identidad que lleva encima".

Se trata de una película seria, muy bien explicada, donde los británicos son los buenos y los alemanes los malos, pero no hacen de estos "malos" gente tonta, como suele ocurrir en otras muchas películas de guerra, sino que le conceden a los enemigo la inteligencia obvia que tenían y estaba más que demostrada. En cambio a los españoles de ese tiempo los ponen como a gente poco preparada científicamente, por ejemplo para determinar las horas transcurridas después que un muerto perdió la vida u otras revelaciones relacionadas con los avances científicos y conocimientos que sobre un ser humano brindan las autopsias.

Excelente Stephen Boyd, como actor secundario haciendo de espia alemán; un actor que se venía consagrando desde hacía años como un gran intérprete en hacer de "malo" en las películas, y que acabará haciendo uno de los roles más tremendos de "malo malísimo" de la historia, en "Ben-Hur" (William Wyler, USA 1959 ), donde sin duda llegó al no va más en imortalización cinematográfica de personaje "malo y odiable", de los que no se olvidan en la memoria cinematográfica mundial.

Película no tan conocida como se merece. Si puede Ud verla alguna vez, no deje de hacerlo, no se aburrirá y pasará un buen rato contagiado a un ritmo incesante de intriga, estratagema y maniobras secretas en tiempos de la II Guerra Mundial.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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7 de febrero de 2010
43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Punta Umbría, pueblo de pescadores de Huelva, había nacido como destino vacacional en el siglo XIX, cuando los empresarios alemanes que fundaron la Compañía Río Tinto se trajeron a su familia a la salvaje España y le buscaron un lugar de acomodo veraniego. Al poco tiempo los ingleses se adueñaron de las minas y de paso del paisaje estival. Durante años convivieron en Huelva y su playa más querida, Punta, los alemanes dedicados a la industria, los ingleses a lo suyo, fundando clubes sólo para hombres y trayendo el agua y la comida de la Gran Bretaña. Hasta que llegó la Segunda Gran Guerra (siempre me pregunté qué pasó en Punta en la primera) y España, que era neutral y admitía residentes de ambos bandos, se convirtió en escenario de intrigas tan novelescas como inofensivas. Unos y otros fueron reclutados en retaguardia para conspirar contra el enemigo. Acabada la guerra volvieron a llevarse bien.

Una noche de verano de hace demasiado tiempo me encontraba en la fiesta de un chalecito de primera línea de la playa de Punta Umbría. Fue el verano de las fiestas en los chalecitos; nada especial: te cobraban veinte duros por entrar, te ponían un sello en la muñeca por si querías salir a mear, la bebida era algo mejor que matarratas y naturalmente no se podía entrar a la casa, sólo al jardín, que era de arena. Eso sí, por lo menos, ponían mucha música de Gabinete Caligari. Bien, allí estaba yo, dando por fracasada una vez más la noche cuando observé a una bonita chica que había salido de la fiesta sola y se paró frente a la playa. De repente sacó un pañuelo y se cubrió la cara con él. “Amigo Sancho”, me dije, “o yo sé poco de aventuras o ahí viene una de las más grandes que sale a mi encuentro…”, y salí a socorrer a la dama.

La luna sobre la playa…, y música de Gabinete Caligari. “No sé lo que te pasa pero seguro que no merece que llores”, le solté directamente. Ella me miró estupefacta en el mismo momento en que me di cuenta de que…, no estaba llorando.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
CuchiCuchi
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3 de mayo de 2008
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Anoche tuve un sueño fatídico: Más allá de la isla de Skye, vi a un hombre muerto ganar una pelea... y creo que ese hombre era yo."
Esta película bélica posee un gran valor sentimental para mí, porque habla de lugares que me han visto nacer y crecer. Lugares que, hace sesenta y cinco años, tuvieron su parte indirecta en el desarrollo de unas maniobras militares destinadas a engañar a los nazis y, de ese modo, debilitarlos un poco más y contribuir a salvar vidas humanas, aunque fuera una minúscula parte en comparación con tantos millones de bajas que la guerra se cobró.
Con tal propósito, el capitán de corbeta Ewen Montagu ideó un plan sencillo y brillante, que se denominaría "Operación Mincemeat". Para llevarlo a cabo, inventaron a un hombre que no existía: el Mayor William Martin. El gran reto consistía en hacer creer a los nazis que William Martin era genuino. Y nada debía fallar en el plan. Había que prever todos los posibles escollos, y lo demás dejarlo en manos de la providencia. Si los nazis sospechaban que era una maniobra... se harían más fuertes sobre Europa.
El plan se puso en ejecución, y lo dejaron en manos de Dios o del destino. Ahora sólo faltaba que todo saliese como se había previsto...
Las costas de mi provincia fueron el escenario escogido en el que debía producirse el hallazgo crucial, y un hombre sencillo, un pescador a quien todos los de por aquí conocían, ocupó su lugar en los acontecimientos que aportaron su granito de arena para tratar de frenar la barbarie nazi y evitar algunas masacres.
Será a causa de todo ello que experimento una especial empatía hacia esta película que, por otra parte, es muy correcta, está bien interpretada, adolece de un buen guión y de los componentes necesarios para incluirla entre los mejores filmes bélicos. Sin un solo disparo, sin campos de batalla ni escenas cruentas. Con la chispa de unos diálogos inteligentes y brillantes, con cierto sentido del humor, con el respeto debido a la memoria de un hombre que no sabía que le aguardaba un gran papel por desempeñar, con elegancia y huyendo de sensiblerías. Con una acertada sobriedad y sin escenas de quitar el hipo, pero todas bien hilvanadas.
William Martin, "el hombre que nunca existió", descansa en el cementerio de la Soledad de Huelva.
Nunca se ha averiguado su verdadera identidad. Pero eso es lo de menos.
Probablemente aquel hombre nunca imaginó que sería enterrado tan lejos de su casa.
Ni que su memoria sería venerada a lo largo de las generaciones por miles de personas a las que nunca imaginaría conocer.
Vivoleyendo
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18 de agosto de 2008
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Ronald Neame. Escrito por Nigel Balchin, se basa en el relato autobiográfico "The Man Who Never Was" (1953), de Ewen Montagu. Nominado a 4 BAFTA, gana uno (guión). Producido por André Hakim, yerno de Darryl F. Zanuck, se estrena el 3-III-1956 (NYC).

La acción dramática tiene lugar en Londres, otras localidades del RU y Huelva, en la primavera de 1943. Ewen Montagu (Webb), capitán de corbeta y oficial de la Inteligencia Naval Británica, con la colaboración de su ayudante Georges Acres (Flemyng), atendiendo órdenes superiores, concibe la llamada "Operación Mincemeat", destinada a reducir la concentración de tropas alemanas en Sicilia. Su objetivo consistía en hacer creer al alto mando alemán que el inminente desembarco aliado en Europa no tendría lugar en Sicilia, sino es otros escenarios (Grecia, Cerdeña...). De hecho se produjo en Sicilia el 9-VII-1943.

El film combina los géneros dramático y bélico, sin que en la pantalla se vea un solo disparo. Explora con profusión de detalles la complejidad de las variables a tener en cuenta a la hora de diseñar una operación de engaño de un enemigo tan minucioso y detallista como el alemán, la atención y el esmero con los que se ha de llevar a la práctica el plan y las precauciones a tomar en la fase de comprobación por parte del bando contrario de la veracidad de los datos que incorpora la operación. La obra explica la importancia de las acciones bélicas que no se desarrollan en los campos de batalla, entre las que se cuentan las gestiones diplomáticas, la manipulación de factores que influyen sobre la moral del contrario, la intimidación, las amenazas, las mentiras y el engaño. El film trata con carácter monográfico las importantes, aunque en general mal conocidas y poco valoradas, operaciones de desinformación, confusión y engaño de los oponentes. Se ha dicho que las guerras no las ganan los bandos más fuertes, sino los que más y mejor engañan al enemigo. Hacer que éste cometa errores que debiliten sus posiciones ha sido la causa de éxitos y fracasos que han cambiado en muchos casos el curso de los conflictos.

La obra pone de relieve que la guerra es una realidad sucia, cruel e inhumana. No hay guerras limpias, honestas, honradas. Su esencia está hecha de sangre, traición, engaño, destrucción, odio y muerte. La guerra es el reflejo de los peores instintos del ser humano, de sus pasiones más ruines, de su enorme capacidad de odio y crueldad. El ingenio, la inteligencia, el talento, las habilidades y el conocimiento, las guerras los convierten en medios de destrucción y muerte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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15 de agosto de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que bien podría encuadrarse dentro del género “cine de suspense” antes que en el de “cine bélico”, y es que el cine bélico sin un solo disparo es evidentemente menos bélico, por mucho que se incardine dentro del contexto conflictivo mundial de mitad del siglo pasado. Tampoco, en puridad, es una película de espías porque, aunque haberlos hailos, no son mas que el aglutinante necesario para darle coherencia a una trama basada en hechos reales que, nunca mejor dicho, sobrepasan cualquier ficción imaginable.

Tratando de ser fiel a la línea que vengo manteniendo de no descubrir mas detalles de los estrictamente necesarios para construir un comentario medianamente coherente, les diré que El hombre que nunca existió es una historia real donde, en una especie de juego del ratón y el gato, la inteligencia británica trata de confundir a los alemanes en su defensa de Sicilia, utilizando para ello el cadáver de un hombre para el que se crea una identidad convincente. Aquí lo dejamos.

Lo que no podemos dejar es de reconocer que se trata de un film bien construido, con un guión que centra la atención del espectador sin historias paralelas. De hecho, la única historia personal “extraña” a la trama, la de Lucy Sherwood (Gloria Grahame) acaba resultando absolutamente decisiva y justifica con creces esa digamos “frivolité”, entre muchas comillas. Tampoco, como ya dije hay exaltación alguna de la violencia y ni siquiera la necesaria manipulación de un cadáver es mostrada abiertamente. Esto demuestra que se puede hacer buen cine sin recurrir al mal gusto o a lo macabro y que las obras maestras no están en proporción a la sangre y otras vísceras desparramadas por la moqueta.

Un Clifton Webb ciertamente comedido y un Stephen Boyd en un papel notable de espía alemán tratando de verificar los hechos son dos aliciente más para una película que, para nosotros los españoles, tiene uno, el haber acaecido en Punta Umbría (Huelva), localidad y provincia que gracias al auge de las minas de Riotinto propiciaron una cierta internacionalidad británico-germana

En resumen, una película seria, bien construida e imprescindible, de un director que, a mi juicio, aquí supera otros films como El millonario o Una mujer sin pasado.
FATHER CAPRIO
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