Let There Be Light

Es un espejo de miserias y de bondades. Todo lo que amamos en nosotros se contrapone a los vicios que intentamos esconder bajo la alfombra. Y el personaje principal que interpreta tan vigorosamente Milan Ondrik es capaz de hacer que nos enfrentemos a nuestras propias vanidades... Un guion en apariencia simple, que instrumentaliza con normalidad temas actuales y controvertidos, llevando al extremo una sociedad no tan lejana a la nuestra y que pinta con dureza todos y cada uno de los matices que la calma puede desarrollar. No es cuestión de actitudes ni aptitudes, es cuestión de saber entender el dolor de los que amamos y el miedo de los que nos aman. El ímpetu de un protagonista ejemplar choca con la dureza de una sociedad de la que no puede escapar. La actitud no es suficiente y el poder reconducir los acontecimientos no soluciona lo que siempre nos habían enseñado. A veces la teoría nos dice que todo depende de nosotros pero la realidad de la película nos da un baño de frustración y errores (nimios a primera vista) pero que nos destruye más fuertemente que el peor de los presagios... Un mensaje fuerte y directo y unas interpretaciones espléndidas y lúcidas...