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Chagolate con churros rating:
6
Drama Year 1902. When Daniel Plainview gets a mysterious tip-off that there's a little town out West where an ocean of oil is oozing out of the ground, he heads there with his son, H.W., to take their chances in dust-worn Little Boston. In this hardscrabble town, where the main excitement centers around the HOLY ROLLER church of charismatic preacher Eli Sunday, Plainview and H.W. make their lucky strike. But even as the well raises all of ... [+]
Language of the review:
  • es
February 18, 2008
38 of 65 users found this review helpful
Me imagino que sería gente como ese magnate interpretado por un excéntrico Daniel Day-Lewis, el que inició lo que ahora es uno de los mayores robos de la edad moderna. Pues gracias, colega. Menos mal que me gusta montar en bici y mi moto no consume como el coche. ¿Qué tengo frío y me mojo? Bueno, pero me roban menos. ¡Y lo morenito que me pongo en verano!

Ya, lo sé, me voy por otros derroteros sin sentido. “Pozos de ambición” es, como era Antipseudo… a sí, es una “peli para puristas”. Para mí es una peli para esnifadores de petróleo; que tiene cosas buenas, te ofrece algo de calidad y una gran actuación que no es la del seguidor del método Stalisnaski, sino la de un adolescente llamado Paul Dano que es lo mejor de todo esto. Day-Lewis es un gran actor, pero le pierde tanto esfuerzo y tanto histrionismo Actor's Studio.


Paul Thomas Anderson no es un director de sello personal. Sus cinco trabajos son tremendamente dispares. Algo alabable desde el punto de aquellos que no les gusta repetirse. Ya en su anterior trabajo consiguió desilusionarme y con su vigorosa “Magnolia” empecé a sospechar que había un niño vanidoso escondido, algo que no se me hubiera pasado por la cabeza con su mejor trabajo, esa espléndida “Boggie Nights” con el mejor Mark Wahlberg conocido hasta la fecha.

Aquí se corrobora lo sospechado en “Magnolia”. Anderson es un “preten” (cioso). Y a mí me aburre mogollón. Al principio pensaba que se trataba de una película muda. Luego descubro que no, que simplemente tardan en hablar porque en esta película todo tarda una eternidad. Hasta tarda en quemarse una torre de perforación una cosa mala. De madera, manchadita de petróleo… Mucho recurso, mucho metraje y poca novedad. Salí del cine con la sospecha que Anderson no me había contado nada nuevo. Que todo lo había visto ya.

La foto quemada, pero ya estoy acostumbrándome. ¡Si hasta Eastwood la quema en su última película! Dicen que es para que percibamos esos páramos secos, esa inclemencia. Niño repipi, deja de mirarte el ombligo mientras ruedas y por qué no te das una vuelta por las salas de cine y observas la última de los Coen. Descubre como usar un exterior, descubre como mostrar una tierra hostil y la inclemencia de un tiempo abrasador sin quemar la fotografía.

Es bien cierto que gocé con ciertas escenas. Alguien que es capaz de hacer dos grandes películas posee la capacidad para poder hacer escenas como la despedida entre el padre y el hijo; o la del encuentro entre estos dos protagonistas muchos minutos antes. Pero no basta en un metraje que se me hizo eterno, lleno de algunos planos sensacionales y otros muchos innecesarios. Tan innecesarios como esas palabras ahogadas por la música o sonidos artificiales que no nos permiten escuchar el final de ciertas conversaciones. Me imagino nuevamente (cuanta imaginación me hace derrochar el señor Anderson) que para introducir un intríngulis curiosón. ¡Pero que preten que eres, hijo mío!

(sigo sin destripar nada)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
Chagolate con churros
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