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Spain Spain · Madrid, Jaca
jaly rating:
8
Sci-Fi. Drama During a manned mission to Mars, Astronaut Mark Watney is presumed dead after a fierce storm and left behind by his crew. But Watney has survived and finds himself stranded and alone on the hostile planet. With only meager supplies, he must draw upon his ingenuity, wit and spirit to subsist and find a way to signal to Earth that he is alive.
Language of the review:
  • es
May 14, 2016
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Con los dos referentes de aventura galáctica tan recientes como icónicos que son Gravity e Interstellar (que, sin embargo, no tenían nada que ver entre sí ni con Marte, el film que ahora nos ocupa, en intenciones y temática), Marte partía desde un inicio con la ambición de ser algo diferente a la carambola estilística de Alfonso Cuarón y al operístico estudio de los viajes en el tiempo, el amor padre/hija, y la distopía natural de Christopher Nolan. En lugar de apostar por cualquiera de esos caminos, Ridley Scott hace algo aparentemente más sencillo: la narración realista y casi cotidiana de un náufrago en el planeta rojo, y del revuelo de la NASA para rescatarlo.

El gran acierto de Marte reside en su tono. Por momentos parecemos encontrarnos ante una comedia pura y dura, pero esencialmente es la apuesta por el verismo y la nula ambición metafórica o simbólica de su guión, lo que le da una personalidad especial a este film, más cerca de la ciencia que de la ficción, y más cerca también de un film de supervivencia realista que de una odisea épica interplanetaria.

Su gran virtud puede también ser su mayor talón de Aquiles: Marte es tan liviana en sus planteamientos y ambiciones narrativas y de estilo, que eso puede confundirse con cierta intrascendencia, con encontrarnos ante una cinta, no esencialmente de acción, pero sí para pasar el rato, facturada con gran profesionalidad (por supuesto, los efectos visuales son perfectos), pero con escasa personalidad. Pero, honestamente, prefiero este Ridley Scott falto de pretensiones al Scott que cree que tiene entre sus manos la nueva gran obra (y recuerdo, desde luego, la soporífera Exodus: Dioses y Reyes). Aunque es de esperar que el realizador recupere pronto ese meridiano peso entre fondo y forma que ya ha demostrado de sobra que puede alcanzar (por cada Alien, El octavo pasajero, Blade Runner, Thelma & Louise o Gladiator de su carrera, ha habido que encontrarse con películas tan molestas como La teniente O’Neil, Un buen año, Robin Hood o El Consejero; y tan fallidas como El Reino de los Cielos o Prometheus).

Es pues el acertado tono que imprimen en el film Ridley Scott, dirigiendo, y Drew Goddard (que ya jugó con la comedia y otro género, el terror en ese caso, en la superlativa La cabaña del bosque), con el guión, los grandes aciertos de una película que además se ve sin que nada pese en ella. Su metraje, bastante extenso, es siempre interesante, por el tino de ambos al contar su historia, por el equilibrio que saben encontrar entre la vivencia del protagonista en Marte, su rutina, la cantidad de datos científicos que en ningún momento pesan sobre el ritmo de la narración; y la consonancia con los otros escenarios de la película, el de la tripulación de la que formaba parte el protagonista, y el del gabinete de crisis que el accidente provoca en la base de la NASA en la Tierra.

Y aunque Marte no sea exclusivamente un oneman show, (es más, su reparto, repleto de grandes actores, cumple de sobra; aunque tal vez hace añorar algo más de tiempo de lucimiento para ellos y sus personajes) es la presencia, el carisma y la interpretación de Matt Damon lo que finalmente hace conectar a la audiencia con la extraordinaria historia de este hombre solo, decidido hasta las últimas consecuencias para sobrevivir. Aunque siempre he creído que Damon está mejor cuanto más ambiguo sea su personaje (El talento de Mr. Ripley sigue siendo para mí una de sus mejores interpretaciones), el héroe cotidiano que es Mark Watney consigue dar sentido y equilibrio a esta cinta de ciencia ficción que aunque probablemente no pase a la historia, sí es un ejemplo de lo que el cine comercial bien hecho debería ser.
jaly
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