Hay películas cuya calificación se sale de lo meramente cinematográfico para pasar a ser de relevancia social. "Salvador" es un film necesario, sobre todo para los jovenes de mi generación y las posteriores que nunca han tenido una educación donde se les enseñe que pasó durante la dictadura del tío Paco.

Por suerte no sólo queda en testimonio valioso sino que tiene una más que notable calidad artística. Manuel Huerga nos ofrece una montaña rusa de emociones rodando por momentos a velocidad de vértigo e insertando una cuidada y adecuada banda sonora que da como resultado un montaje final propio de cualquier superproducción americana. Además cuenta con poderosas y convincentes interpretaciones, en especial un emotivo Daniel Brühl que en el tramo final de la película consigue transmitir perfectamente el idealismo romántico y la agonia que sufre.

De especial importancia es su visionado actualmente, y más cuando debido a la promulgación de la ley de la memoria histórica aún hay quien habla de la "placidez del franquismo". Que se lo digan a Salvador o a tantos y tantos españoles que descansan placidamente en las cunetas de este país.

Por cierto, hay quién dice que esta película es un elogio de un terrorista. Bien, cabe recordar que un terrorista es aquel que atenta contra el estado derecho y sus ciudadanos, mientras que la España de Salvador era todo lo contrario a eso, más bien era el propio estado el que ejercitaba el terror.

Lo mejor: Su necesario significado y su emotividad sincera.
Lo peor: Que los seguidores de gaviotas varias hablen de manipulación.