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Spain Spain · Cáceres
Sinhué rating:
9
Drama In a country ruled by a fragile democracy where the police and the military are set on erradicating all threats from the political left, a member of the parliamentary opposition is murdered in the street right after leading a pacifist meeting. The official inquiry into the case is entrusted to a young judge who becomes aware that this was a political crime committed by two hired killers. To entangle things further, an ambitious ... [+]
Language of the review:
  • es
June 14, 2011
18 of 18 users found this review helpful
¿Quién puede seguir manteniendo tras ver Z, cuarenta y dos años después de su estreno, que el cine político y social de Costa-Gavras ya no tiene vigencia o razón de ser? ¿Quién puede asegurar que aquellos días no volverán; que aquellos militares, juristas, religiosos y civiles pseudodemócratas, poderosos ultraconservadores y ultramontanos, no están entre nosotros o incluso al frente de algunas fácticas instituciones?
Es tal la actualidad de Z en estos momentos que me atrevería a decir que no hay que rodar nada más sobre los peligros totalitarios que nos amenazan, porque la película está hecha y ni siquiera han variado en exceso los métodos que se utilizan para imponer por la fuerza regímenes poco amigos de libertades y transparencias.
Hay que seguir viendo Z como si se hubiera estrenado ayer, como si Jorge Semprún, que acaba de morir, hubiera acabado el guión hace tres meses; porque los fumigadores de ideas siguen ahí, algunos incluso sin cambiar de traje y otros ocultos tras una finísima capa de barniz que llaman "voluntad popular".

El poder sigue utilizando la propaganda para sus fines y la mayoría de televisiones, radios, vallas publicitarias y periódicos están bajo su control. Los que piensan diferente son apestados y se les ningunea o se les conduce hasta el borde de un precipicio para que la duda entre accidente, suicidio o empujón involuntario sea razonable. Se hace creer que la opinión pública mayoritaria es la que decide cuando en realidad una cuarta parte de ciudadanos, bastante ignorantes para ser sinceros, son los que votan al partido que actúa como apisonadora y que se diferencia del partido de la oposición en el grosor de las cadenas o en la longitud del látigo. Esto visto desde el reino de España, que ya ni siquiera se atreve a decir que es soberano (por lo de las risas), si no europeísta y globalizado; imagínense ahora otros países menos afortunados aún y atrévanse, sin ponerse colorados, a decir que corren buenos tiempos para la pluralidad de ideas, la justicia social, la dignidad, los derechos humanos, las libertades y la exaltación de las diferencias que nos hacen mejores, por aquello del mestizaje cultural.

Z, está más viva que nunca, aunque afortunadamente desde el día 15 de Mayo algo está cambiando y cabe la posibilidad de que, no tardando mucho, cuando pregunten por los líderes de cualquier movimiento inconformista no haya jerarquías que descabezar, porque los nuevos tiempos descubren la horizontalidad de las iniciativas de cambio. Este modo de proceder cabrea enormemente a los exterminadores de plagas que no encuentran fórmulas para atacarlas y quién sabe si acabarán fumigándose a si mismos. Cuando esto suceda, sólo entonces, podremos archivar como recuerdo histórico una de las mejores historias rodadas sobre el terrorismo estatal, la corrupción, el control de las masas y el asesinato político como arma fundamental para que el orden (el suyo) permanezca inalterable.
Sinhué
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