Ni la amo ni la odio: eso lo dejo para películas máss radicales. Fincher me parece más seguro de sus mimbres cuando toma géneros ya consagrados (Seven) que cuando afronta una película decididamente personal, como es ésta. No discuto, pues, lo personal de la apuesta: discuto, en todo caso, su coherencia y su interés. La película tiene buenas interpretaciones (más solvente siempre Norton que Pitt, aquí bastante entonado) aunque Helena Bonham-Carter hunde, como siempre, cualquier personaje femenino prometedor (mejor le hubiera ido a Jennifer Jason Leigh, pongo por caso) El meollo de la historia es lo más discutible: ¿no es, en el fondo, a pesar de su buena factura formal, un poco tonto? Los directores suspiran siempre por una historia diferente, pero ésta, aunque diferente, ¿no es algo infantil, al menos como se formula en la película? Es una fábula existencial? ¿Es una reflexión sobre la dureza de la vida? ¿No quieren ver sus exegetas más de lo que hay?