El "de romanos" es uno de los géneros de siempre del cine, del que veíamos ejemplos continuamente cuando éramos niños, ya fueran buenas, como 'Espartaco' (una de las grandes obras de Kubrick), o infumables, como 'La túnica sagrada'. Y eran siempre de épocas pasadas, porque cuando en el año 2000 a Ridley Scott le llegó la oferta de dirigir este 'Gladiator', hacía muchos añ...décadas que el cine no ofrecía una superproducción "de romanos" con todas las garantías.

Y lo hicieron bien, con un director competente (aunque haya filmado bodrios), un estupendo diseño de producción, magníficos efectos visuales que recreaban el aspecto y esplendor de la Antigua Roma, la magnífica y evocadora partitura de Hans Zimmer, uno de los grandes, y un reparto de garantía, como solía ofrecer también antaño el género.

Pero como la emoción en el cine no sólo viene dada por la espectacularidad, en este 'Gladiator' también hay lugar para la emoción en detalles pequeños, como un simple cruce de miradas del protagonista con un lobo antes de la batalla frente a los bárbaros, (cuyas invasiones no tardarían en acabar con el Imperio Romano, en el momento que se sitúa la trama de la película ); o el observar cómo los antepasados, bajo el aspecto fantasmal de las estatuas de piedra, son testigos de la maldad del perverso y degenerado Cómodo...

Y es que al margen de la espectacularidad y enorme entretenimiento que proporciona un superproducción como esta, hay también en ella detalles de gran cine más allá de los efectos especiales o de la ingente cantidad de dinero depositada en su producción. Y por ello, estoy seguro de que dentro de, quizá bastantes años, 'Gladiator' será mucho mejor valorada de lo que es ahora...

Pero aún no..., aún no...