Desde hace unos años se puso en Hollywood de moda adaptar cuentos. Bien sabido es que el resultado casi siempre era un resultado pobre o que distaba mucho del cuento, intentando hacerlo más adulto o cambiando las tornas para que el espectador se sorprendiese. Tras varios desastres por fin parece que se han dado cuenta de que el espectador quiere ver la historia de siempre, esa historia sencilla en la que todos sabemos lo que va a pasar pero sin embargo estamos con un nudo en la garganta casi toda la película, esas historias de las que el señor John Lasseter echaba pestes diciendo que el público quiere algo grande, no algo que ya ha visto y que es tan simple con clásicos como "La Cenicienta".
Pues bien, el producto que nos han ofrecido es la historia de la joven Ella, que queda huérfana de madre a temprana edad, viéndose obligada a superar las dificultades que la vida le pone por delante.
La historia es la historia de siempre, pero servidor la ha vivido como si fuese la primera vez. He estado triste cuando Cenicienta se quedaba huérfana, nervioso cuando Cenicienta se presenta en el baile y llorando en muchas otras partes de este clásico atemporal.
Dejando a un lado la historia cabe destacar que la banda sonora es bastante buena, no se hace destacar pero sabemos que está ahí. El vestuario es absolutamente precioso, elaborado con mucho cariño y cuidado hasta el más mínimo detalle, al igual que en la ambientación.
Las actuaciones son muy buenas, Lily James consigue enamorarnos, Cate Blanchett consigue ser la madrastra odiosa que todos conocemos y el resto del reparto también es brillante.
Estaría mal compararla con el clásico animado, pues es una auténtica obra maestra, pero esta película no se queda corta y me ha dejado un sabor de boca que pensé que ninguna otra adaptación de cuento en live-action (descartando "Por siempre jamás" que curiosamente también trata de Cenicienta) podría dejarme, lo que quiere decir que esta es la prueba de que algo sencillo puede llegar a ser mágico.