No he visto las secuelas anteriores, pero ésta repite el mismo patrón de la primera del 78 y se forma como una secuela bastante digna. El final es bastante abierto en mi opinión y puede que nos de un final bastante épico si deciden establecer un final a este nuevo orden cronológico. Una vuelta de tuerca a la saga que consigue dar oxígeno al argumento para no hacerlo repetitivo y enfocar una continuación bastante buena. No esperaba más porque es normal que con todos los intentos de relanzar el producto de Michael Myers no fuera haber algo bastante rompedor. Sin embargo, está cumple con mis expectativas, y creo que con todas las de los fans. Me llama muchísimo la atención el trato hacia Michael como la dualidad entre el trauma en forma de signo aterrador como es la máscara y su contrapartida que es el sujeto traumatizado y convertido en un paciente que no sabe como curar su cuadro clínico. Siempre se le ha dado ese enfoque de alguna manera pero aquí al principio se hace hincapié en eso. Aunque después todo apunta a que la trama se centrará en un versos que describa la situación de la víctima y cómo ha cambiado su vida después de que Myers haya pasado por su vida como una herida abierta para toda la vida. La dirección de Gordon es bastante fiel a la forma de contar el terror que tuvo Carpenter en la primera y esto va de la mano con el guión, correcto y bien adaptado en la pantalla para despertar las preguntas que suscitan el nacimiento de los efectos de esta secuela.