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La sembradora rating:
5
Adventure. Romance A long-awaited film from Alejandro Amenabar (Sea Inside, The Others) set in the ancient Egypt. A historical drama set in Roman Egypt, concerning a slave who turns to the rising tide of Christianity in the hopes of pursuing freedom while also falling in love with his master, the famous female philosophy professor and atheist Hypatia of Alexandria.
Language of the review:
  • es
February 13, 2010
2 of 4 users found this review helpful
A ver. Hablar sobre Hipatia son palabras mayores, y a mí esta peli que me ha dejado... fría. Será que tenía demasiadas espectativas, aunque algo me olía. Alguien ha dicho que a Ame le falta estilo: lo suscribo. Alguien ha dicho que Hipatia parece una maruja: lo suscribo. Mejor aún, se parece a la ilustre Jacinta Pichimahuida de mis tiempos de infancia, la maestrita buena y aplicada sin gota de gracia que hacía las delicios de los niños... Orestes y el otro, que es clavado a Brad Pitt. No creo que sea culpa de Rachel, ella es buena actriz. Simplemente, se ve condicionada por las bien poco exigentes exigencias del guión. La Hipatia de Rachel es blanca, blanda, tibia... cansina, un flan. Blanca y radiante va la novia de la ciencia, razón por la cual se nos la presenta prácticamente virgen. O virgen a secas. Lo que sí, una película correcta, buena puesta en escena (tampoco gran cosa), aunque desapasionada y maniquea. El Ame tenía que ponerle la nota anticristiana, causa y origen de todos los males de la Tierra. No olvidemos que una cosa NUNCA puede ir separada de la otra, como no hay bien sin mal ni curas sin comunistas, y con esto ya digo mucho. Síntesis: maniqueismo total de las ideas, que es lo que hoy impera dentro del establishment progre. Que es la contracara del establishment de toda la vida, el facha. Como tantas películas, donde se utilizan hechos históricos -siempre tergiversados y pervertidos por el ojo de según quién- para echarnos a la cara el epítome de la injusticia humana. En este caso, ¿quién lo tiene? Como siempre, el fundamentalismo religioso. Las causas de ese fundamentalismo no se explican. Apenas llega a esbozarse a través del esperpéntico personaje de Dabo: una multitud furiosa y enardecida, enganchada al fundamentalismo religioso por causa de la ignorancia impartida con toda conciencia por una clase dominante, la de los notables (Hipatia entre ellos). ¿O creen que en esa época cualquier vecino de a pie conseguía un carnet para entrar la Biblioteca de Alejandría, como pasaría hoy? No, señores: la cultura estaba en manos de una clase dominante, gestora de un resentimiento puebleril que con los años acabaría en fundamentalismo. Falta un rigor histórico, una lectura objetiva y profunda de los hechos. Sin embargo, de esto no se habla en la película. Y falta, por supuesto, una Hipatia que parezca Hipatia y no la señorita Jacinta.
Habrá que esperar un título indie, a las ordenes de algún director desconocido al que luego lapidarán. Como a Hipatia.
La sembradora
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