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Plácido Eldel Motocarro rating:
10
8.2
14,652
Film noir. Drama
New York, year 1934. Chris Cross (Edward G. Robinson), a mild mannered bank clerk, celebrates his 25 years of service, but he is unhappy with his dead end job and his shrieking harpy of a wife. The only pleasure he finds in his life is painting, which he does as a hobby. On the way home from his 25th anniversary dinner, Chris sees Kitty March (Joan Bennett) being slapped around by a man, her slimy boyfriend Johnny (Dan Duryea). Chris ... [+]
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- es
June 29, 2021
4 of 4 users found this review helpful
Insiste Fritz Lang con el trío protagonista de “La mujer del cuadro” y todos ellos se superan con creces, a veces pienso si Lang no se la tomó como una revancha, como si no hubiese quedado satisfecho con la anterior y necesitase resarcirse pero, esto, solamente es una idea romántica por mi parte; la verdad es que los grandes productores entonces, y seguramente ahora, insistían en los cuadros que ya habían dado beneficios. Pero sea como fuese lo cierto es que terminó realizando una película redonda, intensa, y a ratos angustiosa. Donde en el final alcanza Edward G. Robinson la categoría de maestro de la interpretación.
Una historia de amores y desamores perniciosos, de relaciones turbias y turbadoras; dignas de ser examinadas por psicoanalistas, en las que se raya el masoquismo y la… perversidad.
Verla sólo como un thriller es eludir el fondo de sus almas; unas almas oscuras, silenciosas y temerosas que temen, sobre todo, a la soledad, en definitiva; almas humanas.
Una de esas historias que fueron posible gracias al blanco y negro; en donde no se podía huir del relato ni de los excelsos diálogos con grandes, bellos, y coloridos planos.
Una historia de amores y desamores perniciosos, de relaciones turbias y turbadoras; dignas de ser examinadas por psicoanalistas, en las que se raya el masoquismo y la… perversidad.
Verla sólo como un thriller es eludir el fondo de sus almas; unas almas oscuras, silenciosas y temerosas que temen, sobre todo, a la soledad, en definitiva; almas humanas.
Una de esas historias que fueron posible gracias al blanco y negro; en donde no se podía huir del relato ni de los excelsos diálogos con grandes, bellos, y coloridos planos.