Click here to copy URL
Spain Spain · Valencia
Carorpar rating:
5
Horror. Sci-Fi. Fantasy 1912. After their ship is wrecked at sea, two sailors are washed up on a tropical island. Creatures in the forest kill one, but the other, Andrew Braddock, is found by Dr Moreau. Moreau is a geneticist who lives alone on the island except for his beautiful ward Maria and a misanthropic missionary. He shows Braddock his work, animals he has injected with a serum that reprograms their genetic code and turns them into semi-human creatures ... [+]
Language of the review:
  • es
August 4, 2014
3 of 3 users found this review helpful
El único problema- y no pequeño, por cierto- de "The Island of Dr Moreau" es su diseño de producción, y más concretamente, sus efectos de maquillaje. Los supongo a rebufo de los prodigios logrados a ese mismo respecto en "Planet of the Apes" (El planeta de los simios, 1968), e imagino que en su día incluso parecerían hasta cierto punto aceptables. No obstante, casi cuarenta años más tarde, ha de señalarse que han envejecido horriblemente, hasta resultar definitiva y lamentablemente ridículos- lo mismo que los de la admirada "Planet of the Apes", aunque esto último no lo diré muy alto; dado el unanimismo que la rodea no quisiera poner en riesgo mi integridad física.
Es evidente que ello resta buena parte de su capacidad de impacto a una historia llena de posibilidades, no en vano adaptación de la novela homónima, obra del brillante H.G. Wells. Escrita en pleno apogeo del darwinismo y al calor de encendidas polémicas pro y anti-vivisección, plantea una interesante reflexión- algo tosca, todo sea dicho- en torno a los renglones torcidos de la manipulación genética. Dicha reflexión atraviesa toda la película, que, por otra parte- sigamos dando buenas noticias- presenta un muy correcto desarrollo bajo la batuta de un director, Don Taylor- también responsable, por cierto, de "Escape from the Planet of the Apes" (Huida del planeta de los simios, 1971), tercer título de la franquicia-, que se complica muy poco; y hace muy bien, pues cintas de este pelaje- y no es juego de palabras- funcionan mucho mejor con el piloto automático puesto.
En cuanto al conocido reparto, éste compensa un tanto la mascarada lastimosa en que, durante bastantes tramos, el film se empeña en incurrir. Sobretodo Burt Lancaster; profesional como pocos, quien aporta esa prestancia interpretativa tan característica de los dignísimos años de su madurez. Michael York, en tránsito de la frescura juvenil a la consagración, se complica la vida casi tanto como su director: rutilantes sonrisas, bronceado nuclear y torso descubierto- venga a cuento o no-; un par de aullidos y tartamudeos hacia el final- buen mozo sí, y talentoso también-, y un poquito más de torso para rematar. La nicaragüense Barbara Carrera luce palmito con la donosura que se le presume a una ex-modelo como ella- está para mojar pan, a Dios lo que es de Dios-, y transmite tanto como se le supone al florero lobotomizado que encarna.
Carorpar
Did you find this review interesting and/or helpful?
arrow