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Spain Spain · Valencia
Carorpar rating:
4
Horror. Fantasy. Western A cowardly American soldier (Guy Pearce) is stationed at an isolated military outpost with a bunch of misfits in Sierra Nevada following the Mexican-American War in 1847. When a dazed survivor (Robert Carlyle) of an unfortunate mountain expedition shows up at the outpost, it isnt long before he reveals himself to be a murderous madman with a taste for human flesh. RAVENOUS is an offbeat, blackly comic, and extremely bloody effort from director Antonia Bird (PRIEST). [+]
Language of the review:
  • es
June 15, 2022
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Cuando en su día —hace casi 25 años, madre…— asistí al tráiler de «Ravenous», éste me impactó fieramente. Como nunca llegué a verla —no creo que estuviese tampoco demasiadas semanas en cartel— le perdí la pista hasta que hoy he topado con ella husmeando en el catálogo de Disney+. Se antoja curiosa, por otra parte, la proliferación de producciones de temática caníbal en la plataforma del ratón Mickey; vean, si no, la reciente «Fresh» (ídem, 2022).
Supongo que por una cuestión de expectativas —y dos décadas en diferido, eso además— y porque el cine del cambio de siglo ha envejecido muy mal y muy deprisa, «Ravenous» me ha resultado especialmente decepcionante. La verdad, esperaba una versión terrorífica, oscura y, de acuerdo, con el inevitable punto bizarro que conlleva el elemento antropofágico, de «Bailando con lobos» («Dances with Wolves», 1990), y lo que he encontrado es una soberana payasada, desde los títulos de crédito hasta las interpretaciones, pasando por el soniquete ridículo ideado por Michael Nyman y Damon Albarn.
A mi juicio, el gran problema de «Ravenous» radica en que Antonia Bird, su directora, o el guionista Ted Griffin —probablemente ambos— no encuentran el tono apropiado para una historia que, en sí misma y desnuda de efectismos, absurdos giros de guion y unas humoradas poco afortunadas, encerraba numerosas posibilidades. Unos Robert Carlyle y Guy Pearce en el cénit de sus carreras no bastan para hacer remontar el vuelo a una película que —insisto— pierde el norte apenas empezada. El primero al menos trata de inyectarle algo de su acostumbrado nervio —cierto que le cae un personaje proclive a ello—, pero el segundo se tira hora y media larga con cara de no saber qué le ha llevado a aceptar un papel en tamaño descalzaperros.
Carorpar
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