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Spain Spain · Valencia
Carorpar rating:
9
Western George Stevens' classic Western, adaptated from the Jack Schaefer novel, stars Alan Ladd in the title role. Riding the ranges of Wyoming's Grand Tetons, Shane stops at the farm of homesteader Joe Starrett (Van Heflin) just before Ryker (Emile Meyer), a powerful and predatory cattleman, arrives with his hired muscle to make the farmer a threatening offer for land that he intends to get by any means necessary. When Shane lets the cattle ... [+]
Language of the review:
  • es
April 27, 2013
6 of 6 users found this review helpful
Maravillosa película. Entrañabilísimo western. En base a una historia muy simple- la secular lucha por la tierra entre ganaderos y granjeros, el contencioso milenario entre nomadismo y sedentarismo- George Stevens construye una obra maestra.
"Shane" es una bella parábola en torno a la resistencia ante a la adversidad; también una afirmación del valor verdadero mucho más allá de la vacua, estéril, bravata. Y una reflexión nada optimista sobre la posibilidad- o no- de redención. Una cinta, en fin, de una densidad moral digna de figurar en cualquier programa de la injustamente denostada, y ciegamente defenestrada, asignatura de Educación para la Ciudadanía.
El lacónico Alan Ladd, hierático y pulquérrimo, galopa más allá de lo cinematográfico y se adentra, colt humeante en mano, en las feraces praderas de lo icónico. Espalda con espalda junto a un vigoroso Van Heflin, defenderá el derecho de propiedad frente al derecho del más fuerte... o del más rápido. Aunque para ello se vea en la paradójica obligación de volver a desenfundar el revólver. Todo bajo la embelesada mirada azul del niño Brandon de Wilde, hermosísima metáfora que retrata le mirada del espectador de entonces y de siempre: un niño, inocente y extasiado, feliz, a la protectora sombra de los gigantes que columbra ahí enfrente, proyectados sobre un gran lienzo blanco. La admiración en los ojos infantiles se complementa con el amor culpable que trasluce la mirada de Jean Arthur, el mismo con que observa el espectador que escapa de sus frustrantes menesteres cotidianos refugiándose en esa sala oscura rodeado de desconocidos y, sin embargo, tan iguales. Tan niños, igual de enamorados.
No quisiera poner fin a estas cavilaciones sin hacer una breve mención a la magnífica fotografía en Technicolor- más que merecido óscar- a cargo de Loyal Griggs. Éste combina con maestría los abrumadores exteriores naturales con planos subjetivos y primerísimos de una modernidad inusitada- la filmación de la pelea a puñetazos entre el "destripaterrones" Ladd y el vaquero Ben Johnson es, sencillamente, insuperable-.
Carorpar
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