Firme e intenso thriller de espionaje que muestra al espectador de una forma considerablemente realista la misión que deben llevar a cabo tres valientes agentes del Mossad para llevar frente a la justicia a un importante criminal nazi. Es tal su realismo que bien se podría pensar que el remake de John Madden estuviera basado en hechos reales, descartando, obviamente, ciertas dosis de ficción introducidas para crear una producción más comercial.

Una producción que no se conforma con resultar simplemente entretenida (aspecto en el que se quedan la mayoría de las películas de este género), sino que se atreve a ir más allá y meter al espectador de lleno en la misión llevada a cabo por los protagonistas, los cuales quedan muy personificados a través de unas actuaciones de nota. Sentimientos, forma de ser, forma de comportarse, manías, deseos, miedos… lo conocemos absolutamente todo de ellos e incluso vemos la semejanza entre el antes y el después a pesar de ser diferentes actores y actrices, un aspecto tremendamente difícil de lograr.

Intriga, espionaje, misiones secretas; todo ello se suma a una producción quizá menos entretenida de lo que se podía esperar a priori, pero con detalles de buen cine que son de agradecer. Acompañado además de unos giros de trama y algunas “sorpresas” en el guión que rompen la monotonía del argumento principal y hacen del film una producción mucho más intrigante y atractiva al espectador.

Da gusto saber que no todas las películas modernas de espías son al estilo “James Bond”, sin realismo alguno y tirando de efectos especiales y tecnología moderna para hacerlas más atractivas visualmente; sino que todavía hay directores que parecen mantener esa esencia del espionaje en sí, real, histórico, lleno de fundamento y sin caer en la tentación de abusar de tópicos que hagan perder un amplio margen de credibilidad.