Por mucho que destaquen su fino humor político, y lo bien que retrata cuando la alta política se transforma en baja política, lo cierto es que la película se hace algo aburrida y carece de sustancia.
Interesante denuncia sobre la influencia de cuestiones personales en la política de Estado, pero no muestra nada que la gente no sepa ya. Además, en Europa ya estamos bastante hartos de este tufillo a "los comunistas son el demonio y EEUU son los únicos con voluntad y capacidad para salvar al mundo". Esta vez le toca a Afganistán, claro.
Y como decía antes, las nominaciones lo dicen todo. El único papel destacable, el de Hoffman. Tom Hanks y Julia Roberts pasan por la película de puntillas. Y como los protagonistas no se mojan, el resultado es insustancial.