Ante un título como este, y con Andy García pululando por ahí, la verdad que uno se espera lo peor. Ya de por sí esperar algo grande de una comedia romántica en los tiempos que corren es casi misión imposible, así que ya ves tú. Pero a qué negar que “At Middleton” (me niego a usar el infame título castellano) tiene cierto encanto, un encanto que quizá se deba a una aparente falta de pretensiones. O simplemente a que yo tenía el día tonto.

“Enamorarse” es en efecto un título absurdo, rimbombante y ambicioso, y del todo equivocado. Promete algo empalagoso y con azúcar a toneladas (ojo que Meryl Streep y Robert de Niro ya sufrieron en su día los rigores del títulillo). García y Farmiga no se enamoran en la película, bueno sí, un poquito, pero eso no es lo fundamental. Lo que verdaderamente trasciende de este día en Middleton, valga la paradoja, es su intrascendencia. La jornada que para los jóvenes protagonistas se antoja crucial para su futuro, les supone los adultos un punto y aparte en sus monótonas y previsibles vidas. En este breve encuentro, más que breve, fútil, hay espacio para todo, las risas, el llanto y la reflexión, de lo que pudo haber sido y no fue. Nunca es. Da vértigo pensar, aunque sólo sea unos segundos, que el futuro nunca te da lo que le pides.

Sigamos derribando prejuicios. Andy y Vera, Vera y Andy, hacen gala de una química sorprendente. Es un disfrute ver a ambos totalmente desinhibidos, qué bien se lo pasan recordando sus años mozos, dando rienda suelta a sus deseos reprimidos a lo largo de años de frustrada convivencia (con sus respectivos se entiende). Es tal vez lo que les espera a sus retoños que se toman el día de una forma completamente opuesta (y ahí, cuando la película se pone seria y trascendente es donde hace aguas un poco). No resulta nada descabellado ver a la maravillosa Farmiga como una moderna Katharine Hepburn empeñada en ponerle la vida del revés al más cuadriculado Garcia a quien cuesta más imaginar en la piel y en la pajarita de Cary Grant,.. aunque con algo de esfuerzo igual cuela y todo. Uf, jamás pensé que llegaría a decir esto.