Sí, me parece que al director, David R. Ellis, se le metieron las serpientes en los calzones y lo mordieron allí donde no brilla el sol. No se me ocurre otra explicación para que haya hecho este pedazo de porquería.
La idea de serpientes atacando un avión tiene cierta originalidad, pero está totalmente desaprovechada en este film. Un argumento bastante poco convincente, actuaciones mediocres (sobre todo del protagonista, que dice dos o tres palabras en toda la película), un desarrollo predecible y truculento y un final absolutamente estúpido, componen esta cinta puramente comercial en la que sobran los gritos y algunos toques de drama barato de culebrón (palabra muy adecuada para esta película) televisivo.
De los demás actores, que son casi desconocidos, es esperable, pero evidentemente Sam Jackson necesitaba los dos cobres que le pagaron por hacer esto, de lo contrario no hubiese aceptado.