Manifiesta gran dominio de la técnica narrativa, una muy notable capacidad para la recreación de todo tipo de situaciones, también para la ambientación en general y llama la atención su facilidad para conseguir una estupenda caracterización psicológica de los personajes.

Sólo el guión, debido al propio Griffith, resulta algo flojo y resta parte de mérito a la producción.

Cortometraje con moralina final que sirve al director americano para continuar desarrollando su ya por entonces importante bagaje como cineasta y que terminaría cristalizando en las obras que le iban a encumbrar a lo más alto de la filmografía mundial.