Por un lado, es una pena comprobar como se puede desaprovechar un tema tan interesante como Corea del Norte y, especialmente, un personaje como Kim Jong Un, para desarrollar una comedia interesante.
Los actores (por llamarlos de alguna manera) son lamentables. Park, interpretando a Kim, nos hace recordar a ese sobrino insoportable que todos tenemos e insiste en cantar o "actuar" en fiestas familiares mientras los más cercanos le rien la gracia y el resto únicamente sueña con salir corriendo del lugar. Rogen, en su habitual papel de gordo simpático y gracioso (eso piensa él). Mención aparte merece el ínclito James Franco, sobreactuando, gesticulando y haciendo aspavientos durante todo el metraje de este bodrio. Arcadas y más arcadas.
Según la prensa, el gobierno de Corea del Norte mostró su indignación respecto a este "film". Eso es lo que todos deberíamos hacer. Todo lo que yo deseo para este par, Rogen y Franco, es que den con sus huesos en uno de esos campos de concentración norcoreanos y no volvamos a saber de ellos nunca más.