Mark Neveldine y Brian Taylor, dos jóvenes publicistas, dieron el salto a la gran pantalla con esta película que se encargaron de escribir y dirigir, una cinta con un montaje alocado y un enlace de escenas realmente descontrolado consiguiendo que el título de la película sea más que apropiado: hay violencia desenfrenada, acción a raudales, comedia e incluso momentos dramáticos... pero todo mezclado de una forma tan apresurada (el propio Neveldine rodó algunas escenas patinando y cámara en mano) que acaba dejando un poso agridulce difícil de digerir para más de uno.

El apartado gráfico es un punto a tener en cuenta antes de disponerse a ver ‘Crank’. Neveldine y Taylor no dudan en emplear recursos más propios de la publicidad que del cine, como por ejemplo ciertas imágenes que se intercalan entre los diálogos con vete a saber qué finalidad. Y también hay que advertir de su violencia explícita y racista, así como el aire políticamente incorrecto que impregna los diálogos, pueden ofender a ciertos sectores, sobre todo a aquellos que creen que las películas de acción también son aptas para los niños.

Al respecto del argumento decir que estamos ante un film cuya trama sería más propia de un videojuego, con una historia poco plausible y un empleo de las físicas absolutamente delirante, pero la diferencia es que aquí en vez de avatares usamos personas de carne y hueso. La verdad es que los créditos de entrada al más puro estilo arcade, con el tema ‘Metal Health’ sonando de fondo a todo trapo, nos deja muy claro lo que vamos a ver.

Finalmente, para un proyecto como este se buscó contar con un tipo de actor muy concreto y el elegido fue Jason Statham que es capaz de ofrecer un buen rendimiento cuando de lo que se trata es de repartir cera con un toque de humor. Statham consigue dotar al personaje de esa ambigüedad típica en los canallas que protagonizaban las películas ochenteras. Le vemos esnifar coca en el suelo y hacer un montón de animaladas propias de un antihéroe que se precie.
Acompañándole en la aventura tenemos a Amy Smart, una actriz de tercera fila que hasta entonces había protagonizado papeles de escasa relevancia en producciones como ‘Starship Troopers’ o ‘Ratas a la carrera’. Justificar su presencia es sencillo: ser el "amor" de Chelios para subirle la adrenalina.

En definitiva: Tras todo este cúmulo de despropósitos y descontrol no se esconde ninguna pretensión malsana. Es innegable la influencia de los videojuegos y sus sonidos estridentes, y sin duda la ración de humor barriobajero es otro ingrediente a tener muy en cuenta porque despierta alguna que otra sonrisa. Pero es importante destacar que no estamos ante dos directores pretenciosos que busquen sorprender con un producto innovador. No, ellos mismos se encargan de que recordemos en todo momento que están haciendo conscientemente una película de acción estúpida con personajes y situaciones sin sentido. Es un tipo de honradez que raramente se ve en el mundo del cine y es de agradecer. Esta película no acepta medias tintas, o te rindes a su caótico ritmo o la odias profundamente.

-Lo mejor: Es una aventura delirante que si la aceptas como es ofrece risas y diversión.

-Lo peor: La apuesta es tan arriesgada que los numerosos absurdos que contiene pueden sacar de las casillas a más de uno.

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