Partiendo de su corto homónimo, David Pérez Sañudo debuta como director y guionista en el largometraje con una propuesta ambientada en el País Vasco en 2009. Y aunque se enmarca en un problema vasco, el film está centrado en el ámbito doméstico, concretamente el de la madre –aunque el título sea el nombre de la hija–.

Pérez Sañudo utiliza las obras del tren de alta velocidad en Vitoria para explorar el impacto de un dilema social en la familia. A partir de ahí, crea dos personajes con una visión muy diferente acerca de la misma situación y expone cómo influye la coyuntura en la relación entre ambos. Para Lide (Patricia López Arnaiz) las obras suponen creación de empleo –y en concreto el suyo, ya que trabaja como vigilante en esa construcción–. En cambio, para su hija Ane (Jone Laspiur) es la causa de expropiación de algunas viviendas de la zona, entre otros.

A raíz de esta tesitura, el director propone una reflexión acerca de la comunicación –o falta de ella– y la búsqueda de identidad. Al llegar a casa una noche y ver que su hija no está, Lide empieza a investigar sus últimos movimientos y se da cuenta de que no la conoce realmente. Ambas parecen vivir existencias paralelas en la misma casa y esa condición se refleja en escenas muy gráficas como, por ejemplo, cuando las dos mujeres están recorriendo la misma calle en niveles distintos: una por encima de la otra, sin reparar en la presencia ajena.

La información se va dosificando lentamente y abundan los clips de ambientes, algunos con un enfoque de cámara que plasma agobio o tensión. No obstante, la cinta puede resultar larga, ya que el ritmo decae por momentos y la trama parece prometer más de lo que da.

De todas maneras, es un título que da pie a hablar de temas como la relación entre padres e hijos y que muestra una realidad bastante actual: la brecha familiar que puede provocar un conflicto social.

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