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Fej Delvahe rating:
9
6.0
146
Language of the review:
- es
September 11, 2010
16 of 18 users found this review helpful
Película poco conocida y poco distribuida, que sin embargo es una notable obra cinematográfica, en blanco y negro, del género religioso-cristiano, con un Peter Sellers espléndido haciendo el papel de un sacerdote anglicano (de la Iglesia de Inglaterra), clérigo de condición bondadosa, muy caritativo y que gusta de compartir sus cosas con los más pobres, quien por una confusión de apellido es enviado a una parroquia de un pueblo burgués, emprendedor, ordenado, donde reina una paz de ciudadanos con el bolsillo lleno y el corazón frío hacia la gente pobre o gente que no se comporta con su mismo estilo de vida ordenada, regulada y trabajadora.
La historia conlleva una enorme crítica teológica, en medio de grandes momentos de humor, contra una sociedad que se llama cristiana y enarbola los valores provenientes de los Evangelios, pero que en la realidad práctica hace que su cristianismo se quede sólo en ir a misa y la mayoría ni siquiera eso, sólo se quedan en una fe anecdótica sin compromiso vital-consecuente con lo que creen.
En un momento dado, el mayordomo de la gran señora multimillonaria y potentada del pueblo, le dice a ésta cuando ella ha sufrido una especie de conversión a leer el gran libro sagrado e interpretarlo al pie de la letra: “Hay que tener cuidado cuando alguien cita a la Biblia porque es probable que sea obra del diablo.”
Sin duda se trata de una muy buena obra, no ya sólo de humor, porque además resulta muy seria en todo lo que cuenta de fondo, sino como crítica e irónica con los conceptos de cristianismo y de coherencia en la fe religiosa que proclamamos. Al menos, dentro del género religioso-cristiano, es tan buena como otras películas que están en la misma línea religiosa y crítico-humorísticas, tales como “Los jueves milagro” (Luis García Berlanga, España 1957) o “Los lirios del Valle” (Ralph Nelson, USA 1963).
La historia conlleva una enorme crítica teológica, en medio de grandes momentos de humor, contra una sociedad que se llama cristiana y enarbola los valores provenientes de los Evangelios, pero que en la realidad práctica hace que su cristianismo se quede sólo en ir a misa y la mayoría ni siquiera eso, sólo se quedan en una fe anecdótica sin compromiso vital-consecuente con lo que creen.
En un momento dado, el mayordomo de la gran señora multimillonaria y potentada del pueblo, le dice a ésta cuando ella ha sufrido una especie de conversión a leer el gran libro sagrado e interpretarlo al pie de la letra: “Hay que tener cuidado cuando alguien cita a la Biblia porque es probable que sea obra del diablo.”
Sin duda se trata de una muy buena obra, no ya sólo de humor, porque además resulta muy seria en todo lo que cuenta de fondo, sino como crítica e irónica con los conceptos de cristianismo y de coherencia en la fe religiosa que proclamamos. Al menos, dentro del género religioso-cristiano, es tan buena como otras películas que están en la misma línea religiosa y crítico-humorísticas, tales como “Los jueves milagro” (Luis García Berlanga, España 1957) o “Los lirios del Valle” (Ralph Nelson, USA 1963).
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Spoiler:
Muy recomendable, por ser un simpático estudio sociológico sobre lo que le ocurre a todo clérigo o profesional cristiano que dentro del sistema eclesial se tome la institución como secundaria y al mensaje evangélico de Jesús de Nazaret como lo primordial a seguir y hacer en su día a día: que levantará ampollas allá donde se halle, sobre todo entre la gente acomodada que no quieren que venga nadie a desestabilizarse su paz y acomodo de asentamiento.
Así mismo, expone con enorme realidad lo que le pasa a un clérigo profesional dentro del sistema eclesial cuando es conflictivo en el sentido de fidelidad al mensaje evangélico, que para apagarlo o quitárselo de en medio, las autoridades lo ascienden de rango u honores y lo destinan a un lugar lejano o periférico, sin importancia, donde deje de crear problemas entre otras cosas porque aunque siga siendo un ser ejemplar en su nuevo cargo y elevación ya no repercutirán ni causarán estragos sus acciones. A este rasgo prototípico inventado por la diplomacia eclesial a lo largo de sus dos mil años de historia se le llama “Promoveatur ut removeatur” (promocionar para cambiar), lo cual significa más o menos “ascender a un individuo en su profesión para sacarlo del medio”.
Pues bien, cuando este vicario parroquial causa tremendos problemas al pueblo donde es destinado debido a su bondadoso y ejemplar modo evangélico de comportarse, preocupándose por los más pobres y compartiendo todo con ellos, las autoridades religiosas de su Iglesia junto con las políticas, ambas enmaridadas, le aplican el susodicho “Promoveatur ut removeatur” y lo ascienden de simple párroco a obispo, para de paso así sacarlo del lugar donde ha creado la revolución y destinarlo a un nuevo sitio donde deje de incordiar o sus incordios ya no tengan tanta relevancia; de modo que lo envían a una base de lanzamiento de cohetes espaciales de Gran Bretaña, allá en una islita perdida en el Atlántico Norte.
¡Ja, ja, ja, real como la vida misma!
Fej Delvahe
Así mismo, expone con enorme realidad lo que le pasa a un clérigo profesional dentro del sistema eclesial cuando es conflictivo en el sentido de fidelidad al mensaje evangélico, que para apagarlo o quitárselo de en medio, las autoridades lo ascienden de rango u honores y lo destinan a un lugar lejano o periférico, sin importancia, donde deje de crear problemas entre otras cosas porque aunque siga siendo un ser ejemplar en su nuevo cargo y elevación ya no repercutirán ni causarán estragos sus acciones. A este rasgo prototípico inventado por la diplomacia eclesial a lo largo de sus dos mil años de historia se le llama “Promoveatur ut removeatur” (promocionar para cambiar), lo cual significa más o menos “ascender a un individuo en su profesión para sacarlo del medio”.
Pues bien, cuando este vicario parroquial causa tremendos problemas al pueblo donde es destinado debido a su bondadoso y ejemplar modo evangélico de comportarse, preocupándose por los más pobres y compartiendo todo con ellos, las autoridades religiosas de su Iglesia junto con las políticas, ambas enmaridadas, le aplican el susodicho “Promoveatur ut removeatur” y lo ascienden de simple párroco a obispo, para de paso así sacarlo del lugar donde ha creado la revolución y destinarlo a un nuevo sitio donde deje de incordiar o sus incordios ya no tengan tanta relevancia; de modo que lo envían a una base de lanzamiento de cohetes espaciales de Gran Bretaña, allá en una islita perdida en el Atlántico Norte.
¡Ja, ja, ja, real como la vida misma!
Fej Delvahe