Así me bautizaron, así se me conoce y así me conocereis....
Creado por máquinas, controlado por máquinas y destruido por máquinas.
No tuve elección, eso dicen todos... quizá la elección fue no elegir, pero la cuestión es que mi existencia causó el mayor de los horrores que puede causar alguien como yo.
Nunca podré compensar todo el daño que causé y de nada sirve gritar lo siento, lo lamento, perdonamé. Ya no hay solución, sólo redención. Si pudiera enmendar todo el daño que causé...
De entre todos los llantos que creé, de entre todas las lágrimas que derramé, en mi recuerdo siempre vivirán 13 voces, 13 risas, 13 melodías que fueron silenciadas el mismo día, a la misma hora, en la fatídica hora. Eran valientes, soñadoras, risueñas, temerosas, hermosas... unas niñas tan sólo, eran personas... personas a las que conduje a su final, les presenté a la muerte, las puse al borde del abismo, le puse en las manos las tijeras a la parca que sostenía el hilo de sus vidas...
Hoy les han rendido un homenaje, una película humilde, algo desacorde con lo que pasó, quizás edulcorado, pero un homenaje sincero al fin y al cabo. Pero eso a mi no me sirve, mi alma ya está marcada para siempre.
Vosotros diréis que no fue culpa mía, que tan sólo era un medio de transporte, un vehículo, un volante, cuatro ruedas y una matrícula que sería mi código de barras vendido al servicio del mismísimo Caronte.
Yo me siento como un rayo que parte en dos un árbol, como una mísera milla verde, como las 30 monedas que se metió Judas en el bolsillo, como la jeringuilla de infecta las venas de los yonkis, como la soga que acaricia la nuez del arruinado, como la bala que atravesó a Martin Luther King. A vuestros ojos seré un ser sin sentimientos, pero la culpa y el remordimiento hacen resucitar a cualquiera para vivir en un infierno perenne.
Una y otra vez, cada vez que la veo, suplico, ruego, rezo y me llego a convencer de que cuando llega mi aparación, cuando llega el momento... se me pinche una rueda y consiguan escapar... Quiza alguna vez lo consiga.