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November 15, 2011
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La figura de William Shakespeare como el dramaturgo inglés más importante de la historia queda en entredicho si hacemos acaso a Anonymous, película que supone el salto al cine serio de Roland Emmerich. El director de 2012 hace aquí su particular apuesta a los Oscars con un film basado en esas teorías que cuestionan la maestría literaria del de Stratford-upon-Avon: una corriente crítica iniciada apenas siglo y medio después de su muerte y apoyada por nombres de la talla de Voltaire, Walt Whitman, Mark Twain, Charles Chaplin, Sigmund Freud o Derek Jacobi.
Los anti-Stratfordianos -que así se denoniman- alegan que un hombre de la extracción social baja y con una formación escasa como la de Shakespeare es imposible que hubiera podido producir una obra de tal calado y tan prolija en detalles intelectuales y refinados, más propios de alguien educado en clases altas y con un mayor acceso a la cultura o las artes. Pues bien, Emmerich hace suya esta propuesta y nos presenta a su verdadero Bardo Inglés: Edward De Vere -Rhys Ifans-, el 17º Conde de Oxford y autor en la sombra de obras maestras como Hamlet, Julio César o El Rey Lear. Un noble apasionado por la escritura pero que se vio obligado a esconder su vocación debido al puritanismo luterano de la época, que desdeñaba los escenarios como una simple distracción para la plebe. La narración nos conduce por las maniobras de De Vere para lograr ver sus obras estrenadas, como la de renunciar a su autoría en favor de terceros que se llevasen la gloria. Hombres como William Shakespeare -Rafe Spall- un actor de segunda y casi analfabeto que se aprovechará de las circunstancias para pasar a la posteridad usurpando el talento del Conde.
Los anti-Stratfordianos -que así se denoniman- alegan que un hombre de la extracción social baja y con una formación escasa como la de Shakespeare es imposible que hubiera podido producir una obra de tal calado y tan prolija en detalles intelectuales y refinados, más propios de alguien educado en clases altas y con un mayor acceso a la cultura o las artes. Pues bien, Emmerich hace suya esta propuesta y nos presenta a su verdadero Bardo Inglés: Edward De Vere -Rhys Ifans-, el 17º Conde de Oxford y autor en la sombra de obras maestras como Hamlet, Julio César o El Rey Lear. Un noble apasionado por la escritura pero que se vio obligado a esconder su vocación debido al puritanismo luterano de la época, que desdeñaba los escenarios como una simple distracción para la plebe. La narración nos conduce por las maniobras de De Vere para lograr ver sus obras estrenadas, como la de renunciar a su autoría en favor de terceros que se llevasen la gloria. Hombres como William Shakespeare -Rafe Spall- un actor de segunda y casi analfabeto que se aprovechará de las circunstancias para pasar a la posteridad usurpando el talento del Conde.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Hay que decir que Anonymous resulta una película entretenida en la cual se nota el entusiasmo e interés puestos en ella por su director, quien, a la vez que desmonta la reputación de Shakespeare como icono literario, también tiene tiempo para dudar de la de Isabel I -Joely Richardson / Vanessa Redgrave- como la supuesta Reina Virgen de Inglaterra. Una devora hombres con varios hijos no reconocidos en realidad, y pieza central de las intrigas y luchas de poder que nos ofrece el guión del film; en el que no podían faltar elementos tan inequívocamente shakesperianos como sexo, muerte, envidia, mentira o traición. Lástima que para desarrollar la trama el guionista John Orloff -Ga’Hoole- incurra de nuevo en su proverbial habilidad para complicarse la vida, mediante flash-backs, elipsis y saltos temporales algo innecesarios, sobre todo en el primer tercio. También el realizador alemán debería haber sacado las tijeras a pasear en algunos tramos del metraje, como en el anticlimático desenlace; si bien el buen hacer del reparto -en especial el de un brillante Rhys Ifans- compensa los altibajos que pueda tener el film. Una cinta en la que, a pesar del cambio de género, podemos apreciar momentos made in Emmerich como esos espectaculares planos aéreos del Londres del XVI generados por ordenador.
En definitiva, una película que, más que pretender enmendarle la plana radicalmente a Shakespeare, da la impresión de preferir maravillarse por el talento o la calidad que destilan esas 37 obras y 154 sonetos que hoy se le atribuyen a su nombre. Un legado de innegable perfección escribiese quien las escribiese, y que trascendieron a su época para alcanzar una merecida inmortalidad.
En definitiva, una película que, más que pretender enmendarle la plana radicalmente a Shakespeare, da la impresión de preferir maravillarse por el talento o la calidad que destilan esas 37 obras y 154 sonetos que hoy se le atribuyen a su nombre. Un legado de innegable perfección escribiese quien las escribiese, y que trascendieron a su época para alcanzar una merecida inmortalidad.