He de decir que quizás esté condicionado por mi afición a la montaña, pero las sensaciones que en mi han dejado estas 2 horas de cine trepidante, van desde la empatía a la envidia, pasando por el miedo y el placer. Dentro de lo que supone el llamado cine comercial, y de presupuesto millonario, son de agradecer hasta el último dólar gastado en generar la sensación real de que de verdad estamos allí. Quizás la respuesta a la pregunta: ¿Por qué? La encontramos en todas y cada una de las hazañas que el ser humano se plantea y que le llevan a descubrir sus propios límites por el mero hecho de que puede hacerlo. Así de fácil, así de complejo.