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Juan Rúas rating:
10
Language of the review:
- es
September 16, 2009
9 of 11 users found this review helpful
Annie Hall representa un antes y un después para Allen: pero lo central será focalizarse en esta suerte de musa de turno, inspiradora de una película que roza lo superlativo. Como cuenta lo que cuenta, que es lo que cuenta y la carga emocional que lleva consigo. Annie es una obra de arte con poco presupuesto y mucha, pero que mucha pasión contenida.
Woody desnuda el artificio, le habla a la cámara, interpela al público. Apenas resulta una de las muchas variables narrativas de este collage sentimental: un plano fijo y las críticas a los críticos en una cola de cine; flashbacks nostálgicos donde los dobles de ayer y de hoy concuerdan en fusiones emotivas retenidas por la memoria; escenas animadas; Annie de cuerpo distanciada, transparente, casi etérea por ese deseo ya desaparecido; los dobles subtítulos de lo que se dice con respecto a lo que se piensa. Y por sobre todos estos recursos: la verborragia inspirada, ese ritmo neurótico y monocorde de un artista desatado que, no obstante, no daña a la dinámica de la narración, ni la congela ni la satura.
Dentro de una linea cronológica alterada por vueltas al pasado y secuencias abruptas, Annie Hall es sorprendentemente lúcida en la organización de ese caos que se encarga de representar.
Porque son porciones de la vida de todos, porque lo bueno siempre queda: aquel beso en el muelle, aquella discusión ya despojada de dolor, ese regreso a casa, a los viejos amores aún vigentes. Annie Hall es lisa y llanamente una obra de arte con todas las letras. Cinco letras: empieza con A y termina con N.
Woody desnuda el artificio, le habla a la cámara, interpela al público. Apenas resulta una de las muchas variables narrativas de este collage sentimental: un plano fijo y las críticas a los críticos en una cola de cine; flashbacks nostálgicos donde los dobles de ayer y de hoy concuerdan en fusiones emotivas retenidas por la memoria; escenas animadas; Annie de cuerpo distanciada, transparente, casi etérea por ese deseo ya desaparecido; los dobles subtítulos de lo que se dice con respecto a lo que se piensa. Y por sobre todos estos recursos: la verborragia inspirada, ese ritmo neurótico y monocorde de un artista desatado que, no obstante, no daña a la dinámica de la narración, ni la congela ni la satura.
Dentro de una linea cronológica alterada por vueltas al pasado y secuencias abruptas, Annie Hall es sorprendentemente lúcida en la organización de ese caos que se encarga de representar.
Porque son porciones de la vida de todos, porque lo bueno siempre queda: aquel beso en el muelle, aquella discusión ya despojada de dolor, ese regreso a casa, a los viejos amores aún vigentes. Annie Hall es lisa y llanamente una obra de arte con todas las letras. Cinco letras: empieza con A y termina con N.