La trama gira en torno a una red social que apuesta por la transparencia radical en las vidas de sus usuarios, hasta el punto en que todo lo que hagan, incluyendo conversaciones telefónicas, momentos de pareja, etc., sean públicos y visibles para todo el mundo. Una especie de Gran Hermano a lo bestia en la que la privacidad se considera una forma de engaño, por lo que se propone su erradicación.

Más allá de una ligera copia de 1984, supone una reflexión actualizada acerca de la privacidad, ahora ya no puesta en peligro por un Estado altamente burocratizado, sino por las redes sociales que proclaman la libertad.

Desde esta óptica es interesante ver cómo ciertos miedos van cambiando de cara a lo largo de la Historia en función de los intereses o inquietudes de cada sociedad... o de cada autor (para George Orwell era el Stalinismo el claro enemigo de la libertad individual... Hoy, el mismo miedo ya no está en un Estado dictatorial sino, precisamente, en aquellos que vinieron proclamando la libertad, tales como las empresas que se esconden tras las grandes redes sociales.

Más allá de la reflexión socio-filosófica, la película es entretenida sin más. Bastante predecible. Y deja ese sabor a que el tema podría haberse explotado de mejor manera. Un cinco raspado.