Tim Robbins arranca este film con maestría. Contextualiza la situación social ambientándolo correctamente, introduce a la pléyade de actores con los que va a trabajar y de paso nos da las claves del lugar que van a ocupar en el argumento.
Luego la película empieza ha hacerse repetitiva hacia la mitad, es una sucesión de ideas mostradas desde diferentes personajes que no aportan nada más que cubrir tiempo para llegar a lo que pretende ser el clímax final de la película y se queda en eso en pretensión mostrándonos una especie catarsis del mundillo teatral
que al espectador se le vuelve ajeno haciendo de esta escena un final excesivamente largo.
Tim falla al mostrarnos el mundillo teatral tan egocéntrico. Al salir de la sala parece que hemos sido meros convidados a un espectáculo dirigido a su gremio.