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Gabriel Ufa rating:
7
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- es
December 10, 2010
12 of 12 users found this review helpful
“Susan Lenox” es un melodrama con cierto encanto especial. Es la primera y única ocasión que las dos grandes estrellas de la Metro actuaron juntas, motivo más que suficiente para su visionado. Greta Garbo, aquí con 25 años y prácticamente en la cima, y Clark Gable, de 30, buscando afianzarse entre los grandes, algo que conseguiría sobradamente 3 años más tarde, en 1934, con el Oscar por “Sucedió una noche” y posteriormente en 1939, con la llegada de la inmortalidad (cinematográfica) gracias al personaje de Rhett Butler.
El prolífico Robert Zigler Leonard, un artesano (término la mayoría de ocasiones injusto pero que define a la perfección al director que no da problemas, conoce bien su trabajo, resulta eficaz y todo el mundo sale contento, en este caso especialmente la estrella) que se ajustaba a las demandas de los estudios, dirige con solvencia la terrible historia de Helga, que al morir su madre soltera, es cuidada por un familiar, un auténtico ogro, cuyo único objetivo, aparte de explotarla, es que “cuando te cases con un anillo de boda, habré cumplido con mi deber”.
Atención al magnífico juego de sombras, absolutamente prodigioso, del director de fotografía William Daniels, el cual trabajó en todas las películas de Greta Garbo a excepción de dos, “Maria Walewska” y “La mujer de dos caras”, antes de ser recompensado con el Oscar por “La ciudad desnuda”.
Un joven Gable sin bigote, encarna a un apuesto ingeniero, galán noble y apasionado, pero de firmes convicciones y carácter. Un papel redondo para él y una interpretación no menos redonda.
“La divina” consigue hipnotizar al público (ojo al vestuario) con su personaje fuerte de mujer hecha a sí mismo, víctima de la sociedad, pero decidida a labrarse su propio destino. La producción, hecha a su medida, le es propicia para su lucimiento (el público quería verla, la amaba). Sorprende, aparte de su gestualidad habitual, su manera de entregarse cuando besa, auténticos besos (algo tendría que ver también su partenaire, con el que se nota la química), alejados de otras actrices que besan con los labios cerrados o por debajo de los mismos. Está claro que la Garbo, cuado besa, besa de verdad.
El guión de Wanda Tuchock, basado en la novela homónima de David Graham Philips, todo un best-seller, no es que sea demasiado original, pero tampoco se trata de una historia plana, más bien se centra en la dolorosa historia de amor de Susan y Rodney, con todo tipo de recovecos, como el movimiento de nuestro principal órgano: sístole y diástole.
Ni contigo ni sin ti.
El prolífico Robert Zigler Leonard, un artesano (término la mayoría de ocasiones injusto pero que define a la perfección al director que no da problemas, conoce bien su trabajo, resulta eficaz y todo el mundo sale contento, en este caso especialmente la estrella) que se ajustaba a las demandas de los estudios, dirige con solvencia la terrible historia de Helga, que al morir su madre soltera, es cuidada por un familiar, un auténtico ogro, cuyo único objetivo, aparte de explotarla, es que “cuando te cases con un anillo de boda, habré cumplido con mi deber”.
Atención al magnífico juego de sombras, absolutamente prodigioso, del director de fotografía William Daniels, el cual trabajó en todas las películas de Greta Garbo a excepción de dos, “Maria Walewska” y “La mujer de dos caras”, antes de ser recompensado con el Oscar por “La ciudad desnuda”.
Un joven Gable sin bigote, encarna a un apuesto ingeniero, galán noble y apasionado, pero de firmes convicciones y carácter. Un papel redondo para él y una interpretación no menos redonda.
“La divina” consigue hipnotizar al público (ojo al vestuario) con su personaje fuerte de mujer hecha a sí mismo, víctima de la sociedad, pero decidida a labrarse su propio destino. La producción, hecha a su medida, le es propicia para su lucimiento (el público quería verla, la amaba). Sorprende, aparte de su gestualidad habitual, su manera de entregarse cuando besa, auténticos besos (algo tendría que ver también su partenaire, con el que se nota la química), alejados de otras actrices que besan con los labios cerrados o por debajo de los mismos. Está claro que la Garbo, cuado besa, besa de verdad.
El guión de Wanda Tuchock, basado en la novela homónima de David Graham Philips, todo un best-seller, no es que sea demasiado original, pero tampoco se trata de una historia plana, más bien se centra en la dolorosa historia de amor de Susan y Rodney, con todo tipo de recovecos, como el movimiento de nuestro principal órgano: sístole y diástole.
Ni contigo ni sin ti.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La película aborda, aunque de manera tangencial, varios temas escabrosos como la problemática de los hijos fuera del matrimonio en una sociedad puritana (año 1931), intento de violaciones, prostitución, misoginia y alcoholismo.
La narración de los primeros minutos es genial, apoyada en una excepcional utilización de las sombras. Es difícil ver una película que explique más cosas en menos tiempo.
Las últimas frases de Clark Gable son una declaración de sinceridad impresionante, y la última frase de Greta Garbo, otra de sus genialidades: “Haré que creas en mí”.
El final se antoja algo rápido, después de todo lo que han pasado.
La narración de los primeros minutos es genial, apoyada en una excepcional utilización de las sombras. Es difícil ver una película que explique más cosas en menos tiempo.
Las últimas frases de Clark Gable son una declaración de sinceridad impresionante, y la última frase de Greta Garbo, otra de sus genialidades: “Haré que creas en mí”.
El final se antoja algo rápido, después de todo lo que han pasado.