La misteriosa figura de Verdoux lleva a cabo acciones de maldad y crueldad, pero sin embargo, se deja entrever con bastante claridad su lado humano, esto convierte a Verdoux en antagonista y protagonista de la historia (no dejemos de recordar la ternura que siente por la chica que sale de la cárcel, aquella que iba a ser su experimento).
Con esto, Chaplin intenta huir de su encasillamiento en el papel plenamente cómico, aunque a pesar de las fechorías que comete, Verdoux resulta ser un personaje entrañable.

La película tiene dosis de comedia (la escena del bote, con una de sus mujeres pescando en el lago y él intentando acabar con ella) aunque "no cometería un crimen" si llego a calificarla de suspense. Ésta dualidad, a mi parecer, la hace aún más divertida.

Tanto los diálogos como la puesta en escena son magistrales, cabe destacar la escena en la que Verdoux, ya está entregado a su destino, con sus ilusiones apagadas, en aquella celda esperando la muerte, reflexionando sobre si realmente él es frío y cruel asesino y no la sociedad (diálogo antibélico habitualmente presente en Chaplin).

La recomiendo, al igual que la mayoría de obras de este genio, que, a esperas de terminar de observar su filmografía (sólo me quedan un par de ellas) aún no me ha defraudado.