Curiosa vuelta de tuerca dentro del universo Marvel que consigue lo impensable: hacer una película de superhéroes del modo más clásico (e incluso pulp), bien estructurada, con acción realista y que huye del efectismo para asentarse en una especie de hipervitaminado thriller de acción que convence en casi todos sus aspectos. Desde lo puramente visual a la historia, pasando por unos personajes bien construidos y una inteligente dosificación de la acción (el ritmo en “Capitán América, el soldado de invierno” es perfecto), incluso nos regala una entrañable composición de Robert Redford como villano tecnológico totalmente convincente. “Capitán América, el soldado de invierno” es una película de acción de la vieja escuela que solamente hace gala de los efectos especiales en una batalla final que no cae en el exceso (como en otras películas Marvel). Es curioso como con el paso de los años, las películas de superhéroes nos encandilaban por sus excesos de una tecnología virtual que ha acabado por convertir las películas en meros videojuegos donde parecía que los personajes actuaban en función de conseguir espectaculares escenas de acción digital. Y ese es el éxito de los que han ideado “Capitán América, el soldado de invierno” como una versión high-tech de “El Caso Bourne” donde la acción es sorprendentemente inteligente (en especial la pelea en el ascensor o la persecución en la autopista) sin caer en el error de recargar innecesariamente lo que ya de por si funciona. Buen cine de acción, fantásticamente bien rodado, con una historia simple pero solvente, unos actores adecuados y una brillante dosificación de los tiempos. Por primera vez, una película de superhéroes que es creíble, arriesgada y huye de la pirotecnia. ¿Qué más se puede pedir? Una continuación, por favor...