Monumental película que nos muestra la vida y obra de David “Noodles” Aaronson (Robert De Niro) y una serie de personajes con los que estuvo vinculado a lo largo de su vida. El film inicia con una introducción que se alarga por poco más de media hora, donde por increíble que parezca Leone nos cuenta mucho con pocos diálogos.

La película inicia con el God Bless America sonando y un grupo de individuos buscando a Noodles, vaya a saber por qué motivo. Si bien es un inicio confuso, cuando el film agarra el ritmo no suelta al espectador en ningún momento. A pesar de los constantes flashbacks que se muestran a lo largo del metraje.

La trama gira en torno a Noodles, en su pre adolescencia forma una pandilla con un grupo de amigos, a pesar de las dificultades de enfrentarse a algunos matones que no los dejan “trabajar” en paz. Estos trabajos les deja un botín de un millón de dólares que guardan con mucho sigilo.

Doce años después, el grupo de amigos continúa realizando labores, ahora de forma más especializada y sin ningún escrúpulo ni piedad ante lo que se les presenta. Todo pareciera ir bien pero los deseos de crecer de uno de los personajes comienza a traer problemas en la pandilla.

Finalmente en la vejez de Noodles se presenta a un individuo pensativo, que reflexiona sobre su vida, el dinero, su único y verdadero amor, sobre los muertos y sobre sus amistades. Una vida impecable, que termina perdonando y poniendo como lo primordial la amistad.

En síntesis una película enorme, con una historia igual de grande, la despedida merecida de un soberbio Sergio Leone, música compuesta por el siempre excelentísimo Ennio Morricone, actuaciones de primeras, tres horas cuarenta y cinco minutos de cine puro y exquisito.