Este film, de ciencia ficción aborda de manera acertada y sencilla el muy en boga, mundo de las hipotecas, aunque en este caso no se traten de hipotecas de viviendas o vehículos, sino de órganos artificiales, sin embargo no es nada difícil encontrar la crítica al capitalismo liberal actual causante de un estado de desbienestar.

El plantel de actores, discretos y adecuados, a excepción del siempre cuestionable Liev Schreiber (Lobezno, Salt), que tanto gusta a ciertos críticos, carece del impacto que por el nivel a priori de protagonistas (Law y Whitaker) debería tener.

La situaciones se suceden en un montaje rápido que no permite tiempo al aburrimiento, ni a la reflexión de lo que está pasando. Procura mantener un discurso sobrio y oscurantista, aunque a veces e incomprensiblemente busque situaciones cómicas fuera de lugar.

En líneas generales es original, ligeramente atrevida y sin más aspiraciones que las de entretener y proporcionar una edulcorada crítica social a través del protagonista, objetivos que consigue sobradamente. Lástima de no querer haber entrado más en el trasfondo social del mundo creado para desarrollar el film, por el que pasa de puntillas, quizá por falta de ganas o de presupuesto.