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Spain Spain · Madrid
Tomine rating:
1
Horror. Sci-Fi. Fantasy Edward Carnby (Christian Slater) is a private investigator specializing in unexplainable supernatural phenomena. His cases delve into the dark corners of the world, searching for truth in the occult remnants of ancient civilizations. Now, the greatest mystery of his past is about to become the most dangerous case he has ever faced. With the help of his ex-flame, archeologist Aline Cedrac (Tara Reid), and his bitter rival, government ... [+]
Language of the review:
  • es
June 22, 2006
357 of 419 users found this review helpful
Esta es la triste historia
de un cinéfilo cualquiera;
si no tienes mucho tiempo
no hace falta que la leas.

Esta es la triste historia
de Cinéfilo McGuire,
su ascensión y su caída
perpetrada en seis etapas.

Comenzó todo un domingo
dominguín y dominguero
cuando echaron por la tele
una peli en blanco y negro.

Cary Grant soltaba chistes
con salero y con ENCANTO.
Todo lo que había visto
a su lado era un espanto.

Otro día vio el Potemkin,
su partida y su abordaje,
y fue cuando comprendió
las virtudes del MONTAJE.

Al toparse algo más tarde
con Leone y Morricone
era cosa de la MÚSICA
despertar las emociones.

Pero cuando vio a Kim Novak
con su moño y con su traje
no dudó ni un solo instante:
lo esencial era la IMAGEN.

Hasta que llegó Zulueta,
David Lynch y Laura Palmer;
el secreto de la MAGIA
era ahora lo importante.

El final de la escalera
se encontraba a sólo un paso,
al ver la luz, el cielo azul,
se estiró para alcanzarlo.

El cine para él ahora
ya no tendría secretos;
podía alcanzar su esencia
tocarla casi con los dedos.

Pero un nosequé imprevisto
apareció de repente:
“Jodía escalera ésta
a qué viene este tembleque”.

Y McGuire preguntóse:
“¿Qué cojín es ese ruido?
Por la gloria de mi madre
con mis muelas yo no puido.”

Dirigió entonces su vista
hacia el vacío, allá abajo;
pudo ver la cara amorfa
del alemán del carajo:

Uwe Boll con su serrucho
hacía ruído y reía mucho.
Pudo ver su cuerpo enano
y sus gestos con la mano.

Ante tamaño espectáculo
claudicaron sus neuronas,
pero, jo, también lo hizo
la escalera, la cabrona.

Mientras caía al vacío
antes de hacerse pupa
sólo se oyó en el mundo
una palabra: “¡hijoputaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!”
Tomine
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