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Spain Spain · Lleida
Uma rating:
5
Romance. Drama Miss Julie (Jessica Chastain) has recently broken her engagement to her wealthy fiancé. On Midsummer night eve, with her father out of town, Miss Julie and her best friend Viola throw a party for their friends; on the same day, a newly hired servant (Colin Farrell) arrives, and it quickly becomes clear he is looking for more than a job.
Language of the review:
  • es
December 17, 2014
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Hay muy buenos elementos para hacer una buena película. Liv Ullmann tenía aquí un equipo estupendo (actores, equipo artístico y técnico, un texto estupendo). Se le ha colado también la sombra alargadísima de Igmar Bergman, que, con buenas intenciones, le susurra al oído recordándole las películas que hicieron en su día, en las que los antojos de Bergman, sus laberintos impredecibles, sus dilataciones del tiempo o de las escenas, sus cambios de ritmo, sus acciones y omisiones nos asombraron. Los susurros de Bergman desfiguran a Ullmann, como defigurarían a cualquiera. Ullmann no es Bergman, y la Señorita Julia no es El Silencio, ni Los Comulgantes.

Esta es una película que filma bien una obra teatral, lo cual no es fácil. Ese no es el problema. Lo que cojea en esta intensa (a ratos) propuesta es la base sobre la que se contruye la obra cinematográfica, su falta de síntesis, su desbordante exposición, que desdibuja el jardín de Miss Julia. El exceso es más dañino que las carencias. Hay un desajuste claro en las líneas emocionales, en su exposición, que contamina constantemente a los personajes y entorpece reincidentemente la empatía con ellos. No es esta una obra (la de Strindberg) que invite a la empatía, ciertamente, per no habita en el desconcierto emocional, como sí habita la Julia de esta versión. La complejidad de los carácteres, mal entendida, mal graduada, termina en una película irregular, destemplada, una película que suda un rato y luego tirita de frío.

No me desagrada que la película sea tan deliveradamente teatral, con esos ecos de terceros que no llegan a aparecer en escena, con esos largos diálogos, penetrantes como picahielos (a veces los personajes están hechos de hielo, otros de fuego), con esa locura desatada. No es eso lo que flojea. Es su libre albedrío, los susurros imaginarios que resuenan en la cabeza de Liv Ullmann. No se puede rehacer el hilo emocional de estos personajes, es una locura, Strindberg los modeló y los condujo de la mano hasta la tragedia. No se puede ser Bergman con un texto de Strindberg, lamándose Ullmann. Porqué el resultado no puede ser otro que este: una película generalmente atractiva, pero que exige demasiada paciencia, una película caprichosa, producto sin duda de una mente intelectualmente mimada. Una película que debería estar en un sanatorio mental.
Uma
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