Sencillamente maravillosa, aunque muy triste. Refleja un hecho real ocurrido en Copenhague al final de la II Guerra Mundial, que por desgracia nos recuerda mucho los sucesos que en el momento de escribir esta crítica están ocurriendo en Ucrania. La conclusión que se obtiene de sucesos tan duros es que la maldad humana no tiene límites, y que no aprendemos nada de los errores pasados. Muy buenas interpretaciones, con el aliciente de ver de nuevo a Alex Høgh Andersen, que interpretaba al inolvidable Ivar el Deshuesado en la mítica serie Vikingos.