Esta película es el mejor trabajo de Malick. No se trata de una historia cualquiera, sino la vida en sí misma. Un cine que escapa de lo comercial para mostrarse ante todos como una explosión de belleza caleidoscópica con toda la energía posible. El trabajo musical es maravilloso, por la combinación de imágenes y música que está en línea con la historia. El guión es sensacional, llevando la metafísica a la inmanencia del espectador. La fotografía es inmejorable, cada pequeño plano está estudiado para transmitir belleza y hacer que el espectador perciba la maravilla de la vida. La apertura espiritual y el juego de la fe en la vida hacen que termine siendo una obra teológica que ayuda al creyente e interpela al agnóstico, sin despreciar al no creyente. Una obra maestra, poco apreciada en los premios Óscar.